FOGÓN CULTURAL

Aumen: A un paso del cincuentenario (3)

Y siguieron los Arcoíris y Puerto Montt fue llenándose de poesía y poetas cada noviembre gracias al brío, el entusiasmo, el empuje y el inquebrantable amor por las letras y por su hermoso sur de nuestro queridísimo Nelson Navarro Cendoya, oriundo de la isla Caucahué, comuna de Quemchi, y de un buen número de puertomontinos y puertomontinas, sus compañeros de sueños.

Al primer encuentro vendrían otros que se sucedieron por toda la década del ochenta, la del noventa y algo más. El segundo Arcoíris ya empezaría a tomar forma, a hacerse grande, grandioso, a alzar definitivamente el vuelo. A ese encuentro llegó Miguel Arteche, quien, con muchísimo mérito, obtendría el Premio Nacional de Literatura en 1996. ¡Qué gran poesía la de Miguel Arteche!

Y ese Arteche, amigo entrañable de los poetas del sur (él mismo había nacido en la muy sureña Nueva Imperial) llegó a Puerto Montt con su poesía, su carisma, su afecto y su tremenda humanidad. Difícil olvidar el acto de cierre de aquel grandioso Arcoíris. Recital de Miguel Areche en el salón de actos del Colegio San Javier, repleto de bote a bote. Se dio el hecho que a la misma hora del recital se jugaría un partido de la selección chilena de fútbol. Todo el mundo se hallaba en sus asientos, los comentarios iban y venían, Arteche ponía oreja, tal vez percibía el deseo de los asistentes de no perderse ninguna de las actividades, ni el recital, ni el partido. De pronto, el poeta subió al escenario y preguntó a los asistentes: ¿Les gustaría ver el partido? La respuesta no se hizo esperar. Un estruendoso sí. Entonces, el poeta preguntó a los organizadores si sería posible ver el partido allí mismo. La respuesta fue un ruidoso sí y todos los asistentes pudieron disfrutar del partido y no estar con la cabeza puesta en dos partes. Miguel Arteche se ubicó en la primera fila. No recuerdo contra quién se jugó y tampoco importa cuál haya sido el resultado. Lo cierto es que apenas se acabó la fiesta futbolística volvimos, y con mayor entusiasmo, a la celebración de la poesía que es lo que nos había reunido en ese lugar. Arteche ofreció un magnífico recital y todo el mundo quedó sumamente contento de haber tenido la oportunidad de disfrutar del fútbol y la poesía de uno de nuestros “seleccionados nacionales”.

El año 1983 llegarían de Santiago, Nicanor Parra, Hernán Miranda Casanova, Jorge Montealegre y Eduardo Llanos Melussa. El Arcoíris se había puesto pantalones largos y los lucía muy adecuadamente. El  penúltimo día de actividades, Nicanor me comentó que tenía deseos de seguir viaje a Castro. No lo pensé dos veces, así que lo invité a venirse conmigo en mi viejo y enorme auto de ese entonces, en el que hubo espacio para Nicanor, Hernán Miranda, Nelson Torres, Jaime Márquez, seguramente uno o dos más poetas de Aumen, y el chofer y anfitrión que era yo. Esa es una hermosa historia de la que hablaremos otro día.

Encuentros de Poetas del Sur, Instituto Profesional de Osorno

Poco o nada se ha escrito sobre los encuentros de poetas organizados por el Instituto Profesional de Osorno. Poquísimo partido ha sacado de esas memorables jornadas de poesía la Universidad de los Lagos, olvidando un evento de suma importancia en lo que fue el impulso, la difusión e incluso la publicación de los poetas sureños en esos años en que la universidades, así como la mayoría de las instituciones públicas,  negaron el pan y el agua, y hasta el aire, a las actividades artísticas y culturales.

Por allí por 1982 (tal vez 1981), el área de Filosofía y Letras del IPO anunció la realización del Primer Encuentro de Poetas del Sur, patrocinado y amparado por dicha institución. Decir el IPO es nada más que un decir, porque siempre hay algún nombre imprescindible que es quien termina volviéndose organizador, secretario, ayudante, obrero y motor de todo el asunto. En este caso, el responsable y quien debe llevarse si no todo, al menos casi todo, el reconocimiento es el poeta y académico Gabriel Venegas Vásquez, sin quien nada de eso hubiera sido posible.

El sur al que se refería este encuentro abarcaba de Concepción a Chiloé y el número de participantes llegaba por lo menos a medio centenar. La jornada poética que se extendía todo un fin de semana empezaba el viernes con el acto inaugural y un gran recital realizado en el Aula Magna del Instituto Profesional de Osorno. Tras dicha actividad todas y todos los poetas eran llevados a “Las Cascadas”, un hermoso grupo de cabañas del IPO ubicadas a orillas del lago Llanquihue y a muy cerca del volcán Osorno, donde los y las poetas disfrutarían de un fin de semana repleto de lecturas, charlas, mesas redondas, en fin, de una larga jornada de encuentro, conversación y discusión sobre la poesía y, por supuesto, la contingencia social y política.

A esos encuentros llegaban poetas de Concepción, Lota, Tomé, Los Ángeles, Temuco, Valdivia, Osorno, Puerto Montt, Ancud, Castro y seguramente de varias otras localidades, a los cuales siempre se sumaba algún invitado especial. Entre estos últimos recuerdo a Jaime Quezada, a Gonzalo Rojas y a un poeta francés que hacía un espectáculo muy especial con su poesía de carácter ritual, muy cercano o, más bien, basado en ciertas expresiones poéticas de pueblos indígenas.

Esas jornadas poéticas fueron extraordinarias puesto que, al igual que los Arcoíris puertomontinos, nos permitían reunirnos y compartir nuestra poesía y nuestros avances una vez al año, y éstas, en particular, eran reuniones enormes puesto que el número de poetas siempre rondaba por lo menos el medio centenar.

Por otro lado, Gabriel Venegas Vásquez, desde el comienzo entendió que lo ocurrido en esos encuentros no perduraría en el tiempo si no se dejaba un testimonio escrito. Así fue como desde el primero de ellos, una vez finalizado el encuentro solicitaba a todos los participantes que le hicieran llegar una breve selección de sus poemas para reunirlos en una antología. De modo que año a año, gracias al poeta y profesor Gabriel Venegas Vásquez, se publicó una antología que muy pronto era recibida por  cada uno de los participantes. Qué hermoso trabajo de Gabriel Venegas y que hermosa tarea la del IPO en las condiciones en las que se trabajaba entonces Por eso mismo, ahora me pregunto, ¿habrá ejemplares de esas publicaciones en las bibliotecas de la Universidad de los Lagos? O al menos, ¿los habrá en alguna parte? Tal vez los haya, tal vez no. Pero sea cualquiera sea la respuesta, el Departamento de Lengua Castellana y Comunicaciones de dicha universidad debería darse la tarea de encontrarlos, reunirlos y hacer algo con ellos. Imagino que no será difícil encargarle a un grupo de estudiantes la recopilación y el estudio de ese valioso material. Hacerlo, y hacerlo bien, sería poner a su universidad en un lugar de privilegio en el desarrollo, promoción y difusión de la poesía del sur durante los años de la dictadura. Igualmente, no sería mala idea hacer al poeta y profesor Gabriel Venegas Vásquez el homenaje que su valiosísima tarea no solamente merece sino que exige.

Como dato para los interesados, en internet puede encontrarse la portada de la antología del “Tercer Encuentro de “Poetas del Sur”, organizado por el área de Filosofía y Letras del Instituto Profesional de Osorno, los días 24, 25 y 26 de agosto de 1984. Nada menos que cuatro largas décadas atrás.

Esos encuentros, tal como los Arcoíris y aquellos organizados por Aumen no sólo permitieron que los poetas llegaran a un público mayor sino también que poetas jovencísimos se arrimaran a los mayores, sus maestros o directores de talleres, y empezaran a compartir y recibir una mirada crítica a sus propios trabajos en esas reuniones anuales en que todo el mundo iba a compartir, reunirse, conversar y principalmente a crecer juntos. Entre los jovencísimos poetas que llegaron a esos encuentros recuerdo a Javier Bello y Jaime Huenún, niñitos aún, estudiantes de enseñanza media, nacidos en 1967 y 1972, respectivamente, ambos hoy día poetas ampliamente conocidos, con abundantes publicaciones; ambos también galardonados con el Premio Pablo Neruda.

Altos de Astilleros, 28 de abril de 2024.

Portada de una de las antologías.
Gabriel Venegas (detrás, Mario Contreras
y Nelson Navarro) en Castro 1988.

Por: Carlos Trujillo

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