
El Día Nacional del Medio Ambiente (2 de octubre) es una fecha que invita a reflexionar sobre cómo nuestras decisiones cotidianas —desde lo que comemos hasta lo que vestimos— impactan al planeta.
Frente a este escenario, la sustentabilidad en la moda dejó de ser una tendencia para convertirse en una necesidad ineludible. Implica repensar el ciclo de vida completo de las prendas: desde el origen de los materiales —privilegiando fibras nobles y duraderas como la lana, el lino, la alpaca o los textiles reciclados— hasta los procesos de producción, la logística y el destino final de cada pieza.
Con esta premisa nació Chiloé Fashion Green, el primer evento de moda y sustentabilidad del extremo sur de Chile. En su edición 2025, realizada al aire libre en la Isla Grande de Chiloé, reunió a diseñadores nacionales y oficios locales en un diálogo creativo que unió innovación y tradición. Más que un desfile, fue una declaración: la moda puede ser un puente entre cultura, naturaleza y desarrollo sostenible.
Este 2026 en que los chilotes y chilotas conmemoraremos el Bicentenario de Chiloé, debemos pensar cómo transitaremos hacia la sostenibilidad con una mirada en conjunto. La tradición, en este sentido, se vuelve la nueva modernidad. Apostar por la confección artesanal con diseño contemporáneo es resignificar la creación consciente, coherente con el respeto por el medio ambiente y el rescate de saberes locales.
En tiempos de crisis climática no basta con conmemorar, debemos actuar. Elegir moda consciente es también elegir futuro: un futuro donde vestirnos no signifique cargar con la huella de un planeta herido, sino contribuir a su regeneración.
La industria textil es una de las más contaminantes del mundo. En Chile, somos el cuarto mayor importador de ropa de segunda mano, y generamos más de 572 mil toneladas de residuos textiles cada año. El emblemático vertedero del Desierto de Atacama ya ocupa más de 300 hectáreas, el equivalente a 400 canchas de fútbol.