El Insular online viernes 16 de mayo
EL INSULAR | VIERNES 16 DE MAYO DE 2025 OPINIÓN 14 E n el Día del Estudiante, la brisa fresca que acaricia las costas de nuestro sur nos invita a detenernos y escuchar. No solo el eco de las aulas, sino también la voz, a menudo silenciada o minimizada, de quienes encarnan el presente y forjan el futuro de nuestro país: nuestros estudiantes. Celebrar este día no puede ser un mero formalismo, un paréntesis festivo en medio de la exigencia académica. Debe ser un momento de profunda reflexión sobre su rol, sus desafíos y sus aspiraciones en un Chile que está en constante cambio y que, querámoslo o no, deposita en sus jóvenes la esperanza de un mañana mejor. Hoy, los estudiantes se ven inmersos en un sistema educativo en plena transformación, donde la inteligencia artificial emerge como un desafío, la adquisición de habilidades para un mercado laboral cambiante se vuelve esencial, al igual que la construcción impostergable de una sociedad más justa y equitativa. Sus voces resuenan en las aulas, en las calles, en las redes sociales. Expresan sus inquietudes por un sistema educativo que a menudo sienten distante de sus realidades, por la falta de oportunidades, por la presión de un futuro incierto. Nos interpelan con su energía, su creatividad y su visión de un mundo donde la sostenibilidad, la inclusión y la participación ciudadana son pilares fundamentales. Sin embargo ¿Estamos realmente escuchando? ¿Estamos brindándoles los espacios y las herramientas necesarias para que desarrollen todo su potencial, no solo académico, sino también socioemocional? ¿Estamos fomentando en ellos el pensamiento crítico, la capacidad de diálogo y el compromiso cívico que requiere una democracia viva y participativa? La celebración de este día debe ser un llamado a la acción. Un llamado a invertir no solo en infraestructura y recursos, sino también en el bienestar integral de nuestros estudiantes. En fortalecer el vínculo entre la escuela y la comunidad, involucrando activamente a las familias en la construcción de un clima escolar positivo. En promover espacios de diálogo genuino donde sus voces sean escuchadas y valoradas. Es fundamental recordar que la educación no es solo la transmisión de conocimientos, sino que también implica el desarrollo de ciudadanos conscientes, capaces de construir un futuro donde la innovación y el progreso vayan de la mano con la justicia social y el respeto por la diversidad. Nuestros estudiantes no son solo el futuro; son un presente vibrante que merece ser reconocido, apoyado y empoderado. EnesteDíadelEstudiante,celebremos su energía, su resiliencia y su potencial. Pero, sobre todo, comprometámonos a escuchar atentamente su voz pendiente, a responder a sus inquietudes y a trabajar juntos para construir un Chile donde cada estudiante tenga la oportunidad de florecer y contribuir plenamente a la sociedad. Porque en sus sueños y en su compromiso reside la verdadera esperanza de un mañana mejor para todos. El alma joven de la transformación: el estudiante chileno La violencia escolar como problema de seguridad social F renar la violencia en las escuelas y en sus alrededores está siendo una preocupación que está excediendo las capacidades pedagógicas. Las propuestas que apoyan la educación socioemocional cobran interés y relevancia en algunos sectores y segmentos, pero son inviables para otros grupos porque sus necesidades exceden planes de educación socioemocional, por ejemplo, la desigualdad y la violencia intrafamiliar. Y es que la política nacional tiene un enfoque preventivo de situaciones, las que podrían generarse en la relación interpersonal dentro de la escuela o entre los miembros de su comunidad, no obstante, hay muy poca visión y estrategia para abordar los problemas externos e inter-escuelas, como los recientemente vistos en Concepción estos últimos días, donde se registraron riñas y golpizas entre estudiantes de enseñanza media. Esto nos hace mirar la violencia desde una óptica más amplia que un suceso escolar o de conflicto educativo, ya que en estricto rigor no hay mucho de eso, sino más bien, situaciones ajenas a lo escolar que desembocan en riñas y peleas con armas cortopunzantes u objetos contundentes. Es cierto que la escuela educa, pero no es menos cierto que la familia en ese proceso cumple un rol fundamental. No obstante, en una sociedad tecnológica e individualista como la actual, la violencia la vemos en el hogar, en la calle y en videos virales, como en el que vimos a un conductor destrozar un auto porque le pidió retroceder para estacionarse. Es decir, la violencia está siendo una expresión social y una forma de convivir que pareciera estar naturalizándose. Las diversas teorías que explican la violencia social habían postulado que su principal expresión estaba asociada a condiciones de pobreza y marginalidad, pero no. Los últimos hechos han evidenciadoque la violencia no es exclusiva de la pobreza, aunque este es un factor que la potencia, no es la causa principal. Hay elementos que están asociados a dimensiones personales y como explicita la teoría ecológica de Urie BronfenBrenner, a espacios micro como la familia. De ahí que, la violencia escolar necesita de un abordaje intersectorial y no únicamente escolar, como el que se hace en la comuna de Chiguayante donde trabajamos la Universidad Andrés Bello, colegios, municipio, Carabineros, Senda y otros actores para analizar acciones oportunas, preventivas y de reacción frente a las problemáticas de seguridad que implican la violencia, permitiendo incluso detectar y actuar contra el microtráfico escolar. Hoy la sociedad enfrenta desafíos que deben analizarse en cada comunidad y sector, por ello la reunión de miradas y acciones conjuntas son fundamentales. El desafío hoy es abordar la violencia más allá de lo pedagógico, con enfoque preventivo, social y comunitario. Por Lorena Agüero Díaz, jefa de carrera Psicología vespertino de la Universidad Santo Tomás Puerto Montt. Eliseo Lara Órdenes Director Programa de Pedagogía en Educación Media Universidad Andrés Bello
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