
Hace pocos días se llevó a cabo en el ex Congreso Nacional de Santiago el primer Congreso Internacional de Inteligencia Artificial, Neuroderechos, Plataformas Digitales y Metaverso, instancia que tuvo como objetivo resolver consultas cruciales sobre el futuro de la relación entre la tecnología y el ser humano.
En el evento, donde se encontraron científicos, académicos, emprendedores, desarrolladores y jóvenes interesados por la ciencia, se dio cuenta de lo fundamental de relevar y aplicar enfoques que deben relacionarse entre sí en los procesos formativos –y en el quehacer diario- de los estudiantes universitarios, como lo son la neurociencia y la neuroética.
Usando un ejemplo local, esto quedó en evidencia hace unas semanas en una universidad en Concepción, donde la detección de anomalías en la rendición de forma online que varios alumnos hicieron de una prueba solemne reveló que habían contratado un servicio externo que rindiera las evaluaciones en su lugar, violando los preceptos que dictan estas disciplinas.
Es importante destacar que este fraude constituye una práctica actual de plagio, ya que, desde la perspectiva ética, para que se constituya plagio “no es necesario que la conducta sea contraria al consentimiento del autor plagiado” (Miranda, 2013, p.720). Esta situación académica constituye un escenario relevante para reflexionar sobre las orientaciones formativas que se están implementando para el desarrollo ético – profesional.
Al parecer, resulta necesario no sólo fortalecer los aspectos cognitivos que orientan el comportamiento ético, sino que también es importante movilizar los factores afectivos implicados en los procesos de toma de decisiones éticas.
En este contexto, la neuroética es un área de la neuroeducación que puede aportar al desarrollo de estrategias didácticas para la formación ético – profesional, ya que permite orientar procesos educativos que facilitan la activación de factores cognitivos y afectivos mediante el desarrollo de escenarios éticos que estimulan la toma de decisiones. No obstante, los alcances didácticos de la neuroética constituyen actualmente un campo en construcción, lo cual nos invita a asumir el desafío de aportar con nuevas formas de pensar y sentir el desarrollo de la ética – profesional.