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Recolectando sueños de luz

Una Columna de Opinión de Sofía Villavicencio, Directora Ejecutiva de Fundación Luz.

Entre el lunes 30 de mayo y el viernes 3 de junio, Fundación Luz se “juega el año”. Eso literalmente es lo que ocurrirá durante esa semana, donde llevaremos a cabo nuestra Segunda Colecta Digital, iniciativa surgida en el 2021 para asegurar la continuidad de funcionamiento, amenazada -como todo- por la pandemia.

Esta recaudación fue clave para no terminar con números rojos el año pasado, objetivo que no pudieron cumplir otras tantas fundaciones, que no lograron sobrevivir a los embates del coronavirus. Las cifras no mienten: si no existieran los ingresos derivados de la Ley de Inclusión Laboral, como era hasta hace poco, lo recolectado en estos cinco días significaría el 25% de nuestro presupuesto anual.

El financiamiento de una fundación suele ser inestable. Más allá de algunos dineros fijos, como aquellos que entran por inmuebles que fueron donados y que arrendamos, dependemos en gran medida de los socios que aportan mensualmente y que han ido decayendo, producto de las entendibles dificultades económicas de los tiempos que corren.

Para no poner en riesgo el desarrollo, la evolución y los anhelos de alrededor de mil personas que dependen de nosotros, y que no solamente tienen discapacidad visual, sino que además provienen de contextos de alta vulnerabilidad socioeconómica, no podemos estar supeditados a lo que se pueda juntar en estas jornadas de recolección online. En ese sentido, el llamado que hacemos es a las grandes empresas, para que abran los ojos y se sumen a un proyecto que está próximo a celebrar 100 años de vida.

Hay muchas compañías que donan sin necesariamente esperar de vuelta el certificado que les provee beneficios tributarios, sino porque se han encariñado con la causa y lo hacen de corazón. Sin embargo, también hay varias que se autocalifican con conceptos de moda, como “inclusivas” o “sustentables”, pero que en la práctica no los aplican.

A veces ni siquiera se trata de un aporte económico, sino de sumar socios estratégicos, con misiones similares, para que puedan darnos una mano en esta obra. Por ejemplo, aunar esfuerzos con una óptica podría ayudarnos a iluminar el camino.

Las formas de colaborar son múltiples, como también lo son las necesidades de nuestros usuarios. Por eso, no podemos poner en juego su futuro sólo en unas cuantas horas de colecta, aunque bien sabemos que son fundamentales para seguir recolectando sueños de luz.

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