
El sistema judicial de familia es cuestionado por su incapacidad de resolver con rapidez y equidad los casos de tuición de hijos de padres separados. Acusaciones sin fundamentos, procesos extensos y medidas cautelares que separan a los menores de uno de sus progenitores son señalados como problemas estructurales que afectan tanto a los padres como al bienestar emocional de los niños.
BUROCRACIA
Antonio Vera, joven profesional de Castro, hace 6 meses que no puede ver a su hija de 10 años de edad. La razón, apunta, fue el querer estar más presente en su crianza y tutela.
Según explicó el audiovisualista, la separación con su expareja se produjo cuando su hija tenía 3 años de edad. En esa oportunidad, todos los procesos en torno a la tuición y cuidados fueron judicializados, por lo que debió demandar la visita en régimen regular.
Tras cinco años, quiso estar más presente en la vida de su hija para involucrarse más activamente en su cuidado y convivencia, ya que con la modalidad que llevaban hasta ese momento no era posible cumplir con su objetivo de papá.
“Gracias a eso puse una demanda para modificar el régimen regular. Todo eso provocó más conflictos con la madre de mi hija, poniendo en cuestionamiento mi capacidad paterna. Lamentablemente, el año pasado fui acusado de maltrato físico y psicológico, de lo cual no se comprobó nada y no se llegó a ningún resultado en el proceso. Duró cinco meses y hasta la actualidad aún no puedo ver a mi hija porque la burocracia judicial no avanza en nada. Al final de cuentas, una madre puede acusar injustamente a un padre de cualquier hecho. He conocido en esto a padres que los han acusado de múltiples cosas y nunca llegan a nada, pero perjudican principalmente al hijo o hija”, dijo.
Su situación la hizo presente a través de redes sociales, donde publicó un video ampliamente replicado y en el que entrega su mirada sobre el desequilibrio en los procesos judiciales de familia en torno a los derechos de los padres sobre los hijos en parejas separadas. Apuntó que, finalmente, largos procesos judiciales, que como en su caso pueden dar paso a acusaciones infundadas, terminan dañando a quienes se pretende proteger, que en este caso son los menores.
“De estar tres veces a la semana con mi hija, de que viniera acá, de un día para otro no la vi más. Es un shock psicológico muy fuerte para mi hija, que tiene que empezar a entender por qué está pasando todo esto y las explicaciones solo vienen de la madre. Como papá, he tratado de cuidar su bienestar emocional lo más que puedo, no contarle de este proceso y no ponerla como moneda de cambio, por decirlo así”, expresó.
CAMBIOS
Vera apuntó a la necesidad de modificar la norma en torno a los procesos de revisión de la tuición de los hijos de padres separados, especialmente para detectar o evitar la presentación de acusaciones falsas que dilaten o saquen provecho durante la discusión judicial.
“El sistema está hecho para cuidar al niño, pero mientras se toman acciones, como las medidas cautelares, ese proceso puede durar años. Yo llevo medio año en que no veo a mi hija porque se piden informes, testimonios, informes al SML u otras entidades, que al final de cuentas te dan una hora en 3 a 5 meses. Hay una espera enorme para que te den hora, para que los informes lleguen al juzgado, para que se pueda materializar todo. Fue lo que me pasó y, al final, quedó en nada porque se llegó a un acuerdo donde se cerró el juicio, pero dejando que otra entidad privada regule las visitas, y esa lleva un mes sin contactarme para avanzar en el proceso”, dijo.
Desde su experiencia personal, dijo, sintió que desde iniciado el proceso existía un sesgo sobre su culpabilidad respecto de las acusaciones. Además, apuntó que, a su juicio, existe una utilización de aquello para beneficiar a la madre por sobre las pretensiones de los padres.
“Saben que estos procesos son tan desgastantes que los alargan, y uno como padre pasa, primero, por las ganas de hacer justicia y luego por resignación, donde uno piensa: ‘Qué mal vivir en un país donde se dice que los niños son la prioridad, pero al final de cuentas son las mamás’, porque el sistema está manejado de esa forma, y las entidades creo que están sesgadas en afrontar estas situaciones. A nivel de la comuna, no soy el único, y en el país somos muchos papás que estamos pasando por esta situación. Desde los jueces, los abogados, al final siempre tienen un sesgo frente a la figura del padre, y claramente la balanza está inclinada hacia la mamá”, expresó.
Finalmente, el profesional hizo un llamado a los parlamentarios de la zona a avanzar en esta materia. Recordó que en 2013 se promulgó la Ley Amor de Papá, que buscaba equiparar el cuidado de los hijos de padres separados; sin embargo, apuntó que aún falta mucho camino por recorrer.
“Creo que los juzgados tienen que actualizarse en esos procesos. Creo que estamos a años luz de lo que se desarrolla en otros países a nivel de la justicia que se le da a los niños. Estos procesos o juicios donde se acusa fácilmente a un padre y se pueden separar a los hijos por años deberían revisarse. Aquí debería, por ejemplo, existir sanciones en contra de quien hace una acusación falsa en contra de otro padre o madre. Creo que es un trabajo que se debe abordar a nivel legislativo”, cerró.