Vocación y compromiso al servicio de la Educación Pública
Para conocer la experiencia de educar en pandemia hablamos con Freddy Villarroel y Marcia Pérez, quienes enfrentaron el desafío de la nueva modalidad de educación online para poder acompañar a sus estudiantes este complejo año escolar 2020.
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Para conocer la experiencia de educar en pandemia hablamos con Freddy Villarroel y Marcia Pérez, quienes enfrentaron el desafío de la nueva modalidad de educación online para poder acompañar a sus estudiantes este complejo año escolar 2020.
A pocos días de finalizar este 2020 comienza el balance del año, periodo complejo, donde todo se vio afectado por la amenaza del coronavirus, patógeno que sigue activo en el país y en nuestra provincia, territorio donde existe actualmente una leve tendencia al relajo, lo anterior se evidencia con la presencia masiva de personas en lugares públicos, motivados por las compras de fin de año.
La forma de educar cambió producto de la pandemia y con ello los” profes” tuvieron que enfrentar una nueva problemática: la educación detrás de un computador, ¡qué difícil! No queda duda de ello. Frente a esta nueva realidad, dos de los maestros del archipiélago, de la comuna de Castro, compartieron con El Insular su experiencia en este nuevo paradigma marcado por el teletrabajo.
Freddy Villarroel es profesor de música del Liceo de Cultura y Difusión Artística de Chiloé con 19 años al frente de la labor educativa en lo que fue hasta hace muy poco la querida Escuela de Cultura, habló sobre este proceso, que lo lleva también a rescatar, aunque se dude, elementos positivos de este año escolar que termina.
¿Qué fue lo más complejo de este periodo?
-“Tuvimos que adaptarnos a una situación que no es lo habitual, los estudiantes en cambio tienen más cercanía con el mundo digital especialmente de plataformas digitales y a los profesores nos costó un poco más y con eso responder a los ámbitos del aprendizaje. En primer instancia abordamos el acompañamiento socio emocional; había incertidumbre en el inicio porque no se sabía el rumbo que tomaría la pandemia y luego pasamos a la movilización cognitiva, requerían desarrollar habilidades de orden superior, particularmente en música hubo varios desafíos y se abrieron oportunidades”.
¿Cuáles fueron esas variantes que logró descubrir junto a sus alumnos?
-“Lograr que ellos graben junto a sus compañeros, generar trabajos en conjunto y que esto de lugar a un proyecto musical. Emular lo que realiza en un estudio de grabación que no se dan habitualmente al interior del espacio escolar, se abre esa oportunidad como lo que realizan los músicos en YouTube. En ese sentido creo que nuestro liceo al ser un modelo artístico hace que se desarrollen algunas habilidades importantes como la de la adaptarse a situaciones de cambio. Nosotros nos enfrentamos a la pandemia y fuimos uno de los primeros liceos en acompañar a nuestros estudiantes, a los demás colegios no les fue tan fácil”.
Entre toda la vorágine de cambios, a su juicio, ¿dónde estuvo la mayor consagración del trabajo educativo con sus estudiantes?
-“Desde lo meramente musical, que es mi área, ellos pudieron dominar software, realizar sus composiciones de manera independiente, ocuparon tecnologías de punta con instrumentos virtuales que no están presentes en las prácticas cotidianas. Este fue el elemento climático como resultado positivo de este periodo 2020 en su formación. Somos 5 docentes de música en el establecimiento, en mi caso yo estoy vinculado al área instrumental”.
¿Supongo que hubo algunas complejidades?
-“Por ejemplo un alumnos está tocando una guitarra eléctrica y está tratado de comunicar y que se escuche bien, pero el zoom no permite que llegue bien el sonido y se debió utilizar otras tecnologías como el WhatsApp para poder escuchar, esto nos permitió estar vinculados. Existen problemas tecnológicos que generan un retardo de la comunicación y eso no permite que los alumnos estén todos al mismo compás, eso es complejo, por lo mismo hay que abrir otras posibilidades y buscar las alternativas”.
La danza estuvo presente
Un arte distinto, pero no ajeno a los intereses de los estudiantes castreños, es el ballet clásico, manifestación que cobró relevancia en esta contingencia. La docente de la especialidad, Marcía Pérez, debió también dar un giro en sus clases y entrar a utilizar las nuevas tecnologías para mantener la comunicación con sus alumnos y alumnas.
Durante 15 años dirige a sus alumnas, desde la plataforma que le ofrece la academia de Artes Islas Al Sur, establecimiento dependiente de la Corporación Municipal de la capital chilota.
La educadora también lidió con una serie de inconvenientes, sin embargo, esta castreña que fue parte integrante del ballet de Cámara del Teatro Municipal de Santiago, vislumbró una serie de oportunidades en medio del confinamiento que vive cada uno en sus hogares.
No había experiencia de lo que era enseñar online, ¿Cómo te adaptaste a esta nueva modalidad?
-“Yo no soy muy tecnológica, pero tengo el apoyo familiar para hacer esto, y fui aprendiendo poco a poco: En mi caso utilizamos la plataforma Meet. Al principio fue desconocido, tratar que todo funcione bien: la cámara fue factor, se les apagaba a las bailarinas, problemas con los audios, a veces había que repetir. Fue diferente, pero desde que asumimos que no volveríamos a las clases presenciales, desde abril con el inicio de la modalidad online, me aboque en la tarea de motivar a mis alumnos, con presentaciones virtuales con una coreografía nueva, por la señal para no extender mucho, pero las ganas siempre están de seguir bailando, que es lo que nos gusta”.
¿La danza fue cómo una terapia para tus alumnas?
-“El arte en general, pero el ballet en lo específico, es una gran ayuda en estos tiempos. Yo no salgo mucho de mi casa, tengo consciencia del cuidado para evitar el contagio, pero tengo la suerte de poder hacer clases virtuales. Y respondiendo a la pregunta, sí es como una especie de terapia, durante este 2020”.
Siempre hay ciertos inconvenientes, ¿en tu caso cuáles fueron?
-“Hubo alrededor de 40 alumnos que tomaron clases de los más de 50 habituales, esto porque hay algunos que viven fuera de Castro. Tengo alumnos de Huillinco (Chonchi) que no tienen buena señal, al principio se conectaban, pero no daba resultado. Ellos no están fuera, en ningún caso, por lo que hay que entender cada caso en particular, también otros por temas médicos. Por ese motivo no se dio lugar al llamado a integrar a alumnos nuevos, por lo complejo de la situación de lo que vivimos con el coronavirus.
Pero si hubo un momento muy especial, la invitación que le hice a mis exalumnas, que hoy están en la universidad, a tomar clases. Ellas habitualmente se conectan en la medida que sus actividades lectivas se lo permite. El martes último estuvo una de mis ex alumnas que está a punto de titularse y eso habla que el ballet quedó marcado en su vida, que es lo lindo del arte”.