Libros en invierno

La semana recién pasada se realizó la primera Feria del Libro de Frutillar en la bella Biblioteca Municipal, edificio que cuenta con iluminados y múltiples espacios para el encuentro en torno a los libros. Organizada por la Fundación Navegantes, el evento contó con un muy buen marco de público en las tres jornadas (3, 4 y 5 de julio) a pesar de las temperaturas bajas que han marcado estos días. Y es que tal vez sea esta misma circunstancia la que nos acerca al acto de leer, buscando la intimidad de los interiores, deteniéndose en la selección de portadas, pasando las páginas, oliendo el objeto que luego uno se llevará para un encuentro personal, privado.
¿Siguen siendo efectivas las Ferias de Libro? Pienso que sí. Pienso que la ocasión de reunir autores y obras es un impulso para volver una y otra vez a conversar acerca del ejercicio de pensar y soñar. Las ferias del libro son más que vitrinas de promoción y venta de libros. Son espacios vitales para la cultura que muestran y dan movimiento a proyectos poco conocidos, facilitan el acceso a la literatura, fomentan el intercambio social y estimulan el conocimiento de editoriales pequeñas, independientes que a veces no tienen otros canales de difusión.
Hay una gran variedad de Ferias en el país, casi todas buscando el buen clima que facilite la llegada del público y en algunas se amplía la oferta a otros artículos que nada tienen que ver con los libros. Prefiero propuestas como la primera Feria del Libro de Frutillar que se concentra en el circuito de la cultura y los libros, que ofrece atención especial a los niños (hubo mucha participación de ellos) y que opta por un espacio acotado con muy buena acústica y medios técnicos que permiten que la presentación de autores se escuche bien aún cuando los conversatorios y presentaciones sean en el mismo recinto donde están los diferentes mesones de exhibición y venta. Y que se las juega por hacerla en invierno, cuando los niños y profesores están de vacaciones, cuando tendemos a recogernos y acercarnos al fuego – ojalá con un libro en la mano – como experiencia primitiva de ronda en torno a las llamas donde se armaba el corro de los relatos orales.
En esta primera ocasión, se sumaron seis editoriales y tres librerías (la del Centro cultural Gabriela Mistral de la capital y dos librerías locales). Dentro de los autores invitados (se presentaron 18 autores en total) destacó la presencia de Francisco Ortega, de Francisca Solar. Dentro de los autores regionales estuvieron Roxana Miranda, José Miguel Martínez, y varios investigadores históricos como Jorge Weil y Patrick Puigmal. Se instalarán elementos gráficos en el exterior del recinto, y dentro de la Biblioteca se contó con una pantalla que fue mostrando distintas experiencias audiovisuales creadas en torno a la cultura de nuestro sur.
Después de la inauguración, se presentó una delegación de la Universidad Austral de Chile con un grupo de danza, músicos y la agrupación Poesía en la Austral dando cuenta de su periódico Queltehue. A partir de allí, se sucedieron numerosas actividades, varias de ellas simultáneas, que coparon las distintas salas de una biblioteca que, insisto, es bella y acogedora: talleres, conversaciones, presentaciones de libros, lecturas de poesía, dieron cuenta de que en nuestra región hay un ambiente próspero para el florecimiento de los bienes culturales.
La primera Feria del Libro de Frutillar se desarrolló gracias al apoyo del municipio local a través de la Biblioteca Municipal, y al aporte del Fondo Comunidad del Gobierno Regional de Los Lagos.


El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz