AUMEN: A UN PASO DEL CINCUENTENARIO (8) LA DICTADURA Y SU REALIDAD VIGILADA EN LA POESÍA DE CHILOÉ

Luis Mancilla Pérez
La represión que las fuerzas armadas y de orden ejercieron en las islas del archipiélago de Chiloé no fue igual, por razones geográficas y centralismo político, a aquella que los organismos represivos aplicaban a los opositores en las principales ciudades del centro del país, pero la violencia que se ejerció en las islas no fue menos despiadada. Fue igual de implacable y salvaje, y por años sus ejecutores permanecieron en la inmunidad del anonimato en razón del aislamiento geográfico en que fue realizada y el desconocimiento en que se ha mantenido a lo largo de estos años.
Uno de los sucesos desconocidos que muestran la violencia con que se realizó la represión en Chiloé y la impunidad con que se ejerció esa violencia; es el caso de Juan Lleucún, dirigente campesino de la isla de Meulín, quien en octubre de 1973 fue apresado por carabineros y en lancha trasladado hasta la isla de Quenac donde en el cuartel policial fue golpeado y sometido a toda clase de torturas que causaron su muerte. Recién en noviembre del año 2017 se dictó sentencia y uno de los culpables fue absuelto de la acusación “por tener sus facultades mentales alteradas”.
El miedo a la violencia de la represión que realizaban con total impunidad los organismos del estado dictatorial dio origen a una poesía que contiene un tiempo sin lugar, un espacio sin fechas ni cronología, creaciones poéticas construidas con recuerdos que flotan en plena deriva, perdidos entre el lenguaje sofocado de todos los días. Tiempo sin cronología que está extraviado y no se puede recuperar sino como fragmentos, trozos de recuerdos de hechos ocurridos en un país donde sus habitantes viven bajo sospecha haciendo del miedo una costumbre; vigilados por personas no identificadas que se movilizan en autos sin patentes; todos saben que son agentes de los organismos policiales y de seguridad. Esta situación de neurótica inseguridad que se vivía en los tiempos de la dictadura la describe Carlos Trujillo en el poema “Bajo sospecha” publicado en la revista La Gota Pura, en abril de 1984: “Me encuentro constantemente bajo sospecha/ Sospecho de mí mismo/ De mi sombra/ Sospecho de la luz/ De los relojes/ De las calles/ De los faroles que no/ Se apagan nunca // Imagínate que sospecho de los paraguas/ Y del invierno que llevan encima/ De los feriados/ De las fotos de carnet/ De los archivos // SOSPECHO/ De los subterráneos/ Que hay dentro de mí // No sé por qué/ Creo que comienzo a sospechar de los jueces.” (Trujillo, 1984)
Conocer el contexto histórico en que crecieron los jóvenes poetas chilotes del Grupo Aumen es fundamental para saber los orígenes de gran parte de su creación literaria. En ella, estos jóvenes muestran tener conciencia de las contradicciones de la sociedad que les tocó vivir, lo cual se hace evidente en el último verso del poema de Trujillo donde con un dejo de ironía afirma: “creo que comienzo a sospechar de los jueces”, afirmación pensada y escrita en el año cuando el país era remecido por el “caso degollados”. La justicia chilena no era capaz de investigar ni encontrar a los agentes de los servicios de inteligencia de la dictadura, culpables del cruel asesinato de tres profesionales comunistas.
Muchos de los jóvenes que integraron ese grupo literario tienen en común el impacto histórico de ser adolescentes el 11 de septiembre de 1973, y haber crecido conociendo la soledad interna y el desarraigo de vivir en un país vigilado por las patrullas militares que custodiaban las calles en los días de estado de sitio, durante la ficticia guerra del gobierno de la dictadura militar contra el marxismo internacional. Era un tiempo de desfiles, discursos militares, la tercera estrofa agregada al himno nacional, los atentados terroristas, las relegaciones, los exilios y los detenidos desaparecidos. Crecieron conociendo la semiclandestinidad de la difusión de la poesía en las hojas literarias, y en artesanales revistas donde los poetas de esa generación en una actitud de rebeldía contracultural, oponiéndose a la normalidad de la intelectualidad establecida por la dictadura, en una constante búsqueda de nuevos caminos fueron conociendo la obra de poetas mayores y acumulando experiencias.
No hay duda de que la aparición de Aumen, a comienzos de 1975, fue una brisa nueva y reconfortante que comenzó a extenderse, primero, por toda la comunidad escolar, luego, por toda la ciudad y, años más tarde, por toda la provincia y el sur de Chile. El viernes, 28 de noviembre de 1975 aparece la edición número dos de Aumen, publicada a mimeógrafo, en Castro, “gracias a la gentileza y a las manos embetunadas de tinta del Sr. Luis Tirachini, en los talleres del entonces Instituto Politécnico de Castro”. (Trujillo, 2012)
En los años de la dictadura, la prensa y los medios de comunicación estaban estrictamente controlados y se usaban para transmitir propaganda gubernamental. Las universidades fueron puestas bajo control militar, ciertas disciplinas fueron prohibidas y muchos profesores y estudiantes despedidos.
La poesía no se aleja de la realidad y el lenguaje es forzado a buscar palabras que puedan manifestar el desgarramiento interior consecuencia de la marginalidad, el autoritarismo y la represión, problemas que viven a diario todos los chilenos en aquella época.
“Nunca debí marcar ese día en el calendario/ jamás; incluso la mirada de la fotografía/ me lo advirtió…// … no lo pensé …/ la lluvia no me dejó oír y/ la insistencia de la tv me lo aconsejó. // Nunca debí marcarlo // Bueno que más da/ Sólo me agregué otro dolor/ No/ Nunca debí marcar aquel día…”
(Eileen Ruiz,1982)
Los acontecimientos ocurridos durante la dictadura militar influyeron de modo muy notorio en las creaciones literarias de los jóvenes poetas de Chiloé, influencias que es muy fácil de identificar cuando muestran las carencias económicas, la pobreza, la falta de expectativas, evidente consecuencia de habitar un archipiélago aislado geográficamente y políticamente marginado, y con sus habitantes viviendo en una absoluta precariedad de pobreza y cesantía.
Una nueva constitución y un plebiscito en 1980 expresaron la determinación del general Pinochet de continuar gobernando el tiempo necesario para asegurar el éxito de sus reformas. Mostró una impresionante astucia política para manipular a los militares y a los grupos civiles logrando concentrar el poder y la autoridad que le dio rasgos democráticos a la dictadura militar. En esos años, el gobierno fue excepcionalmente despiadado. El desarrollo de una poderosa policía secreta, la CNI, convirtió la oposición al gobierno en un crimen cuyas consecuencias podrían fácilmente ser la tortura, el relegamiento, el exilio o la muerte.
“Ahora sólo queda esperar/ que las tumbas cierren sus puertas metálicas/ y que los muertos/ dejen de buscar el mejor comprador/ para que yo/ pueda cerrar los ojos/ mientras en el cordel del patio/ aun cuelgan/ los envases de las esperanzas. (Jeanette Hueitra, 1978)
Han pasado 50 años y en los recuerdos de esos poetas sigue apareciendo, como fantasma de malos augurios, ese día trágico que les marcó su juventud. Poetas que en los años de la dictadura pinochetista se atrevieron a escribir integrando el taller de poesía Aumen creado en abril de 1975, en Castro, por los poetas Carlos Trujillo y Renato Cárdenas. Ese taller cuya influencia ha durado más años que la dictadura, lo integraron decenas de jóvenes que crecieron entre estados de sitio y exilios, censuras y cadenas nacionales, represión y relegamientos, en los años cuando no existían agrupaciones sociales ni políticas, y las críticas se expresaban en voz baja, desconfiando de los desconocidos, y el poder se vestía con uniforme militar.
Publicada originalmente en https://www.ciperchile.cl/2023/08/04/voces1973-la-poesia-vigilada-en-chiloe/


Por: Carlos Trujillo