Obra reunida de Edesio Alvarado: Lectura imprescindible

Es sábado y la librería El Gran Pez de Ancud luce llena de gente que ha venido a acompañar la presentación de los tres tomos que componen esta propuesta de Obra Reunida. A pesar de otras actividades culturales, la invitación ha a curiosos lectores y lectoras que reconocen la falta de difusión de la riquísima escritura del autor calbucano. En la ocasión, leí parte del prólogo: “El primer encuentro con un libro de Edesio Alvarado se produjo en una isla pequeña del archipiélago de Chiloé, una casa de techos muy altos, con la luz débil que se corta para todo el pueblo a cierta hora, en medio de un sólido silencio. Las sombras de una noche sin alumbrado público, sin aparatos bullendo en alguna parte del poblado o de la casa misma, hace que la voz del narrador suba de volumen y se interne de un modo más rotundo en el espíritu. En las páginas se repiten manchas cafés no porque se les haya caído algún líquido, sino porque el papel está en descomposición; eso tal vez nos acentúa la sensación de estar ante un organismo vivo, nos anticipa una narración donde lo biológico es fundamental. Los sentimientos convertidos en materia, carne, músculo, latidos.
El estado físico del libro hace también pensar en el abandono, en la oscuridad de ciertas repisas, de la ubicación en espacios relegados al olvido mientras lo nuevo se superpone a la atención del lector. Pienso en la permanencia de ciertos libros, pienso en la postergación de otros; digo postergación porque mi lectura, en ese momento, trajo al presente una obra que me parece notable, tremenda y, sin embargo, no está en el radar de lectores de hoy ni en los comentarios; no está en las recomendaciones públicas, ni en la valoración institucional. Pero ahí vive, esperando estos y otros ojos que vuelvan a leer un mundo que sigue latiendo en los pliegues de la modernidad.
Pues bien, la Colección Ancud pone sobre la mesa editorial los relatos cortos y novelas de Edesio Alvarado en tres tomos que abren la posibilidad de acompañarlo en una literatura de calado hondo. No se trata sólo de la descripción de un mundo natural con sus mecanismos densos, bellos, salvajes, rodeando a los seres humanos. Se trata también de una exploración en el meollo de la existencia, a través de personajes que van respondiendo casi sin preguntas a un mandato de la vida que no se comprende, pero se acepta en toda su feroz verdad.”
Rodrigo Muñoz Carreño, autor de las fotografías de portada de cada tomo de estas Obras Reunidas (y también de todas las fotos de portada de la Colección Ancud que ya cuenta con 11 títulos) habló de cómo las imágenes se presentan sin buscarlas obedeciendo a un mandato que cruza lo instintivo con la mirada del fotógrafo, su experiencia y conocimientos. A partir de la lectura breve de un texto de Julio Cortázar compilado en sus Clases de Literatura, Rodrigo resalta el valor del diálogo entre las artes, cómo una imagen puede concentrar, iluminar y / o completarse con los textos que acompaña, en este caso, presentando desde las portadas, un mundo particular.
El propósito de esta convocatoria fue poner en valor la poderosa obra de un escritor que necesitamos leer en estos días, en esta tierra. Parte del prólogo también dice:
“En esta épica del desamparo se sabe que hay otros territorios, grandes ciudades. Generalmente en ellas está la salud, la esperanza de educación, la posibilidad de encontrar el dinero, sin embargo, se teme a la ciudad como una especie de ente que devora el espíritu por medio de distracciones que van alejando a las personas de su vida interior.
Para los chilotes como «legítimos hijos de la tierra y el mar» es claro que han sido abandonados como los primeros seres humanos, empujados a un mundo hostil y no hay auxilio para ellos, los ecos que le llegan de un país son lejanos y la mayoría de las veces es para desplegar un poder abusivo sobre ellos. «Nosotros podemos matarte ley en mano» dicen los policías al bienintencionado andarín que sólo quería informar a la familia de la muerte de un pariente. Cada tanto, en el tapiz general del mundo presentado, aparecen candidatos nacionales que aparecen en tiempos previos a las votaciones, o leguleyos que terminan haciéndoles firmar la entrega de sus propias tierras. Parece increíble que hoy, a cien años de lo narrado, todavía se reproduzcan estas mismas prácticas. Así como se entienden los códigos de la agreste naturaleza, se percibe al estado enarbolando «la ley escrita exclusivamente contra ellos».


El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz