FOGÓN CULTURALGUARDIÁN DEL MITO

Nostalgia del futuro: Teillier siempre presente

Estuve en Temuco la semana recién pasada en varias actividades literarias: una conversación televisada que ha tenido varias versiones y se llama Poesía Reunida, en la Biblioteca Pública; un conversatorio en la Universidad Católica de Temuco con estudiantes de Pedagogía en Lenguaje principalmente y una conversación con el querido y talentoso Carlos Lloró; un precioso encuentro en la Librería Ofqui con una presentación de Oriette Sandoval que me conmovió profundamente. En fin, virtuosos círculos que traen una y otra vez los afectos trenzados con la poesía.

Entre los tesoros encontrados en el viaje, uno tangible es el libro Nostalgia del futuro, una biografía de Jorge Teillier investigada / escrita por Luis Marín y Carlos Valverde. Se trata de un trabajo contundente que une información y afecto situando al poeta en su tiempo, en sus lugares amados, en sus debilidades y explora ciertos ángulos no comentados públicamente acerca de este gran y admirado poeta.

Esta biografía breve (tiene 164 páginas más una sección con una docena de fotografías) entrega una visión cercana de Teillier tanto por el conocimiento de los autores acerca de la poesía que van citando cada tanto, como por el valioso material que logran entrevistando a personas claves como su hermano Fernando, su última esposa Cristina Wenke, el poeta Lorenzo Peirano, entre otros. Resultan especialmente remecedores los retratos de algunos escritores como Rolando Cárdenas arrastrando su sureña timidez cargada de talento y que termina en el abandono o el mismo hermano de Jorge, Iván Teillier, que también “gasta sus codos en los mesones” de bares y escribe, pero no logra la consideración de su trabajo “será en el futuro” escribe Jorge Teillier.

Hay varios retratos más en este libro que se van colgando en el muro a medida que se reconstruyen las distintas etapas vitales de Jorge Teillier, así conocemos su relación con Pablo Neruda que no fue tan cercana como con Pablo de Rokha; su tensa amistad con Enrique Lihn; su desencuentro con Waldo Rojas por el trabajo en el Boletín de la Universidad de Chile; su amistad larga con Enrique Lafourcade, Jaime Valdivieso, Ramón Díaz Eterovic. Y los intensos relatos de su relación con las mujeres que amó más profundamente: Sybila Arredondo, Beatriz Ortíz de Zárate y Cristina Wenke, de esta última se afirma que sin su permanente y amoroso soporte, habría durado varios años menos.

Uno de los aportes de este libro es la visión de Jorge Teillier como un escritor activo, talentoso, lector y traductor que tuvo relevancia como director de revistas (Orfeo, por ejemplo) alimentando el espacio cultural de los años sesenta y que frenó esa participación después del Golpe Militar; quedó sin trabajo y desanimado por la ruptura de un mundo en el que había encontrado amigos, circuitos, formas de sobrevivencia para su espíritu lírico. Nunca dejó de escribir ni leer en público, pero no desplegó toda su capacidad intelectual como venía haciendo antes del 73. El libro trae una cita de Roberto Fernández refiriéndose a una académica estadounidense Mary Crown que dijo: “tanto talento desaprovechado en una persona que no cree en nada”, por su parte, frente a estas palabras, Carlos Ollivárez es citado recordando que Teillier se sentía visitado por una profesora que lo instaba a hacer las tareas mientras él quería hacer la cimarra”. El caso es que el mundo en el que se refugia Jorge Teillier es acotado, se rodea de pocos poetas, no quiere la exposición a pesar de que -según los autores de esta biografía – le importaba mucho la trascendencia, el lugar que ocupa en la literatura chilena.

Un buen resumen del libro viene en la contraportada, de la mano del también temuquense Leonardo Sanhueza, un fragmento dice “La vida de Jorge Teillier (1935-1996), su niñez pueblerina y sureña, sus años de joven culto, romántico y bien parecido, su adultez tan atormentada como bendecida por el alcohol, su retiro silencioso en dictadura, su difícil y a la vez santificada edad madura. Todo ese caudal biográfico, mistificado por el aura de maldición que Teillier tanto despreciaba, ha sido puesto al trasluz, en el retrato de un hombre que se alza mirando pasar las nubes en la colina más alta de los mayores poetas de Chile.

Despedida

Jorge Teillier

…el caso no ofrece ningún adorno para la diadema de las Musas.

Ezra Pound

Me despido de mi mano

que pudo mostrar el paso del rayo

o la quietud de las piedras

bajo las nieves de antaño.

Para que vuelvan a ser bosques y arenas

me despido del papel blanco y de la tinta azul

de donde surgían ríos perezosos,

cerdos en las calles, molinos vacíos.

Me despido de los amigos

en quienes más he confiado:

los conejos y las polillas,

las nubes harapientas del verano,

mi sombra que solía hablarme en voz baja.

Me despido de las virtudes y de las gracias del planeta:

los fracasados, las cajas de música,

los murciélagos que al atardecer se deshojan

de los bosques de casas de madera.

Me despido de los amigos silenciosos

a los que sólo les importa saber

dónde se puede beber algo de vino

y para los cuales todos los días

no son sino un pretexto

para entonar canciones pasadas de moda.

Me despido de una muchacha

que sin preguntarme si la amaba o no la amaba

camino conmigo y se acostó conmigo

cualquiera tarde de esas en que las calles se llenan

de humaredas de hojas quemándose en las acequias.

Me despido de una muchacha

cuya cara suelo ver en sueños

iluminada por la triste mirada de linternas

de trenes que parten bajo la lluvia.

Me despido de la memoria

y me despido de la nostalgia

-la sal y el agua

de mis días sin objeto-

y me despido de estos poemas:

palabras, palabras -un poco de aire

movido por los labios- palabras

para ocultar quizás lo único verdadero:

que respiramos y dejamos de respirar.

El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz

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