Chiloé. Sello SIPAM. Reconocimiento y desafío de ser Patrimonio Mundial (primera parte)

“-¿Qué significa domesticar?-Es algo demasiado olvidado- dijo el Zorro -significa crear lazos. No eres más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.” “ El Principito”. Antoine de Saint Exupery.
Chiloé es un exclusivo territorio de Chile y Latinoamérica incorporado a la marca SIPAM (Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial) de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), resultado de su ancestral forma de vida cotidiana y comunitaria con la que se pretende mejorar la calidad y sustentabilidad de la agricultura familiar campesina. SIPAM es una iniciativa de la FAO para reconocer y resguardar lugares del mundo que son trascendentales para el futuro de la humanidad. La FAO ha reconocido a 67 sitios con sistemas de patrimonio agrícola en nuestro planeta y el Archipiélago de Chiloé es uno de ellos. Distinción relevante y de proyección que se concretó el año 2011.
En la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible realizada en Sudáfrica en el 2002, la FAO presentó el proyecto de los “Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial” (SIPAM), el que busca identificar y salvaguardar sistemas agrícolas que tienen cientos de años, los que “…han surgido después de siglos de interacciones y sinergias culturales y biológicas, representando las experiencias acumuladas por las poblaciones rurales…”. Son lugares puntuales e impresionantes que combinan la biodiversidad agrícola, ecosistemas resilientes, y patrimonio cultural. Localizados en sectores específicos del mundo entregan y aportan una multiplicidad de bienes y servicios, alimentos, variables de producción y subsistencia segura para miles de pequeños agricultores
Esta agricultura local, minifundista, de subsistencia, no intensiva, sustentable, de abonos y fertilizantes naturales, sin químicos ni aditivos, no estandarizada, que mezcla y combina una variedad de cultivos a la vez, única en el orbe, produce según indica la FAO “…entre el 30 y el 50% de los alimentos consumidos en el mundo en desarrollo, contribuyendo de este modo a la seguridad alimentaria…”. O sea, sin este tipo de agricultura muchos pueblos y comunidades sufrirían de hambre y desnutrición, permitiendo a las sociedades locales disponer de cierta autonomía respecto a la dependencia y arbitrariedades de las grandes industrias y transnacionales de alimentos.
En este contexto en el año 2003, al sur de América Latina, en el archipiélago de Chiloé, específicamente en la Comuna de Castro, capital de la provincia insular, sin un mayor conocimiento de lo que impulsaba la FAO a nivel planetario y en un ámbito similar, se conformó una mesa de trabajo con la coincidencia positiva de impulsar iniciativas de identidad y proyección. Así, en una acción destacada y vanguardista la Municipalidad de Castro con su Departamento de Cultura, aliado con el programa Bosque Modelo Chiloé y el Centro de Educación y Tecnología de Chiloé (CET), organizaron la primera FERIA DE LA BIODIVERSIDAD DE CHILOE, que hoy cumple 20 años de dinamismo, un evento relevante que destaca precisamente lo que expresa la FAO y el sello SIPAM. El objetivo se cumplió a cabalidad y se consolidó como un programa exclusivo y alternativo a otras ferias. Un espacio relevante para cientos de agricultores, artesanos, cocineros, carpinteros, recolectores, criadores, mitilicultores, gastrónomos, sembradores, crianceros, semilleros, y otros, para que exhiban y comercialicen sus productos con identidad chilota. En esta Feria el campesino y su entorno son exclusivos y relevantes, produciéndose una valiosa interacción e intercambio de saberes y sabores, se aprecia especialmente la actividad tradicional que efectúan, potenciando y dignificando el accionar cotidiano de su entorno rural. Iniciativa identitaria que comenzó 8 años antes que Chiloé sea territorio SIPAM y que sin duda contribuyó como insumo destacado por sus implicancias para que el archipiélago sea reconocido a nivel internacional. Se agradece a sus organizadores y participantes de ese entonces por el vital desafío cultural, ya que se abrió una particular veta para que Chiloé se pueda posicionar al mundo con el reconocimiento SIPAM.
Varios años pasaron desde la postulación del Archipiélago hasta su selección final por parte de FAO. En el año 2004, el Centro de Educación y Tecnología, CET Chiloé, inició las gestiones para postular al Archipiélago de Chiloé a la Iniciativa SIPAM. El 2008 fue seleccionado por FAO y en 2010 el Gobierno de Chile, a través del Ministerio de Agricultura, inició la coordinación del proyecto financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, según su sigla en inglés), que apoyó la implementación de la Iniciativa en nuestro país. Este proyecto GEF contó con la colaboración de UNESCO, del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD, según su sigla en inglés), del Ministerio de Agricultura de Alemania, de la Universidad de las Naciones Unidas, entre otros organismos, para la implementación de la Iniciativa en otros cinco sitios piloto.
En los últimos años se implementaron diversas propuestas complementarias para lograr instalar localmente la iniciativa SIPAM, y conseguir que la misma generara aportes transformadores para el desarrollo de las comunidades del territorio. Entre los más importantes se debe destacar la ejecución del proyecto finalizado el 2014, llamado “Conservación y Gestión Adaptativa de los Sistema Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial SIPAM”, subscrito entre la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO y el Ministerio de Agricultura de Chile, con fondos del Global Environmental Facility GEF, coordinado por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, y ejecutado por el Centro de Educación y Tecnología CET Chiloé, para la puesta en marcha de la iniciativa en la Provincia de Chiloé.
Por otra parte también ha sido importante la ejecución durante el año 2013 y 2014 de un proyecto ejecutado por el CET Chiloé y financiado por el programa Nodos para la Innovación, de la Corporación de Fomento de la Producción del Ministerio de Economía, para el diseño y aplicación inicial de una Marca de Certificación SIPAM Chiloé, que surge junto con otras iniciativas de investigación, capacitación, asesoría y fomento, como una herramienta potente de valorización de la agricultura indígena y campesina de Chiloé.
El 2004 se inició el proceso de postulación de Chiloé a SIPAM, evidencia de una larga trayectoria de esfuerzo y trabajo desde el lanzamiento de la iniciativa por parte de FAO, y que fue seleccionado el 2008 como uno de los primeros 7 sitios pilotos de SIPAM en el mundo. El archipiélago de Chiloé fue reconocido internacionalmente el 2011 como parte de esos 7 territorios SIPAM en el planeta y sigue siendo uno de los únicos y relevantes que cuenta con ese sello en Chile. Denominación que fue entregada oficialmente en la provincia de Chiloé el año 2012. Esto se explica y analiza por ser un lugar con una identidad característica, con formas ancestrales de agricultura practicadas por siglos, basada en el cultivo de una numerosa variedad de productos locales, por ejemplo de papas que se cuentan más de 200 tipos, entre otras producciones. En los huertos y plantaciones de la pequeña agricultura familiar chilota o minifundio se siembra y cultiva una variedad de hortalizas, tubérculos, hierbas, plantas, muchas de ellas adaptadas a los patógenos externos, a las sequias, al frío, a las heladas, que les dan un trascendental potencial como reservorio genético y de proyección alimenticia.
La agricultura tradicional de Chiloé ha desarrollado históricamente sistemas productivos eficientes y sostenibles, apoyado en una agroecología comunitaria popular, de transmisión oral de generación en generación, con una diversificación de especies y cultivos contextualizado en un intercambio campesino de saberes como vital estrategia para autoalimentarse y de subsistencia de las comunidades locales, en este ámbito la influencia y conocimiento de los pueblos originarios fue fundamental, además de una profunda relación armónica con la naturaleza. La importante agro-biodiversidad, las sabidurías ancestrales, las prácticas agroecológicas, la gestión de sus propios recursos, han permitido la obtención de alimentos sanos, de calidad, valorados, reconocidos, que contribuyen a la seguridad alimentaria de Chiloé y del mundo. Se agrega como otra variable el conocimiento y la tecnología tradicional en artilugios y herramientas elaboradas con fibras y madera local para las labores agrícolas y de recolección, elementos que destacan por su ingenio, técnica, funcionalidad, eficiencia, adaptación, con el medio donde se vive y convive. Además, se puntualiza en el rol fundamental las mujeres campesinas como las trascendentales portadoras de los saberes y conocimientos tradicionales.
El archipiélago de Chiloé está integrado como uno de los 35 hotspots de biodiversidad mundial, un lugar de una enorme variedad de especies de flora y fauna endémica y zona digna de protección especial, una región ecológica de la mayor prioridad de América Latina. Para ser clasificado como “hotspot”, un lugar debe albergar más del 0,5 por ciento (es decir, 1.500) de las especies vegetales vasculares del mundo en calidad de “endémicas”. Las especies son endémicas de una región cuando crecen de forma natural sólo en esa región, en lugar de ser introducidas de forma artificial por el hombre. Lo trascendental de ser “hotspots” de biodiversidad es que tiene una significación internacional, porque se plantea que la humanidad no podrá salvar a todas las especies, entonces los expertos coinciden en que, dados los limitados recursos financieros, se debe poner en funcionamiento una estrategia que ayude a salvar la mayor cantidad de biodiversidad posible en nuestro planeta. En el caso de Chiloé dos fueron los criterios que lo hicieron un lugar de “hotspot” de biodiversidad: gran riqueza de especies y amenaza para la región.
Dante Montiel Vera: Historiador