Crónicas desde Concepción: Tarde de domingo en Caleta Bagres

Ya lo decíamos: Concepción es el centro de un sol cuyos rayos apuntan en direcciones afortunadas, lugares hermosos, vida bullendo, ánimo provinciano. Esta vez, luego de tantos kilómetros viajando / compartiendo, la tarde se desplegó en casa de Andrea Campos Parra; la generosidad de sus vecinos pescadores puso en la mesa los delicados manjares marítimos. El tiempo es una ilusión, ahí estuvo detenido unas horas mientras mirábamos el mar cambiando de colores, todos oscuros por las algas que espesan las aguas, que siguen el antiguo rito de retirarse en estas fechas.
La contemplación no fue todo, claro, también hubo momentos para hablar del mito de Sísifo, pensando Chile, de cómo a tantos soñadores les cuesta persistir, pero lo hacen a pesar de “la muerte, el deterioro y el olvido” (citando otra vez a Clemente Riedemann); recordar al poeta Omar Lara, su intensa poesía, la necesidad de reunir voluntades para resguardar su legado, teniendo a la vista lo que ha ocurrido con tantos poetas que desaparecen de la mesa pública cuando tanta falta hacen justo ahora, en estos días en que parece perdida la brújula. Anduvimos hurgando su libro precioso, editado por la Universidad de la Frontera publicado como parte del Premio Nacional de Poesía Jorge Teillier. A propósito de este premio, tengo que decirlo: fue emocionante ver llegar al querido Sergio Trabucco Zerán a Temuco, acompañando la entrega del premio este año 2022.
Se habló de personas sustantivas en la fundación de sueños que luego son olvidadas o postergadas. Se habló de una tela de araña elaborada entre un par de árboles en la caleta, que soporta vientos fortísimos; así fueran nuestros lazos piensa uno, así fuera el tejido que se arma en las relaciones humanas, así fuera el diálogo en nuestros pequeños lugares. Se habló – un poco – de poesía, pero más se dijo acerca de lo necesario que es sostener espacios donde el arte se encuentre con los suyos en la mesa de todos los días, parafraseando al poeta.
La vida podría ser como este domingo en Caleta Bagres: a lo lejos la desgracia de un incendio, mucha gente compartiendo al lado del mar; los problemas revoloteando alrededor nuestro sin poder traspasar el dulce muro del afecto. Los trabajos allí, encerrados en su mecanismo rodado mientras entran mariposas libremente a la sala donde estamos y hay unos cuántos pájaros sin nombre todavía que van y vienen como presentándose.
CÓMO SE HACE UNA TARDE
Omar Lara
Éramos dos libélulas en torno al dulce vino
Éramos dos libélulas en la tarde quietísima
Volábamos
Volábamos
Enredadas las alas
En la música antigua
Yo contaba tu sueño
Ese que me soñaste
Ese sueño de mí construyéndome en ti
Volaba el vino antiguo y yo lo trasegaba
En la boca de quién en el aire de quién
Éramos dos libélulas trastornadas y ciegas
Mientras la tarde armaba su pedestal ubérrimo
Su escalera su trino su nostalgia su plan
Su secreta artimaña
La tarde nos hacía a su amaño y su gracia
Nos besó y nos bendijo
Nos tomó de la mano nos condujo nos hizo
Brevemente tan sabios como esas dos libélulas
Que demoran su vino en la tarde estancada.


El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz