FOGÓN CULTURALGUARDIÁN DEL MITO

Crónicas desde Concepción: “siento que empiezo la vuelta a mi tierra de origen”

Esta primera semana de noviembre nos empuja hacia la pérdida. Se despiden dos mujeres enormes y luminosas cuyas obras – cada una en lo suyo – han marcado a generaciones.

Clara Rosa Andrade Álvarez, maestra comprometida con su tiempo, con su comunidad, siempre presente en los distintos mundos que habitaba, ha dejado una huella visible que desborda las redes sociales con saludos, recuerdos, agradecimientos. Se trata de una mujer muy querida en la comunidad chilota, que ha provocado admiración por su coherencia, fuerza y pasión vital. Ella supo desplegarse hacia y con otros. Se trata de esas maestras que podrían haber formado un Consejo de Sabios para restituir / recomponer el tejido de nuestra cultura repensando, planeando la educación en el archipiélago; de hecho, en silencio, sin institucionalidad, participó en esa red poderosa de contención y dejó su linaje de gente buena que sueñan con un país más justo, más cercano a los principios que se arrastran desde los  antiguos. Dejo estas palabras de Marcelo Nilo para abrazar a sus hijos, nietos, bisnietos: “La Cali, la que entre otras cosas por su ejemplo de vida nos permitió creer que, si existen personas como ella, siempre habrá futuro y valdrá la pena vivirlo con el corazón por delante, luchando cotidianamente por hacer realidad el sueño de construir un mejor país para todos. Todas y todos quienes la conocieron podrán dar fe de mis palabras”.

Delia Domínguez Mohor escribió desde niña con palabras ligadas a la tierra, a la vida campesina que conoció en el Osorno de su infancia y defendió, desde los lugares donde le tocó trabajar, la presencia de las mujeres y las poetas de provincia. Es una poeta que ha vuelto a leerse en estos días y espero que este impulso, se mantenga para el bien de las generaciones futuras de lectores. Con ella se entra a mundos cotidianos, de sabiduría que ha ido sedimentando por los trajines domésticos y mundanos; con ella se aprende la dedicación a la literatura de generoso abrigo y diálogo permanente con otros y otras. Con ella se asiste al misterio de la poesía que crece en todas partes y resiste a pesar de la falta de atención, a veces. Entre sus libros publicados podemos citar: Simbólico retorno, 1955; La tierra nace al canto, 1958; El sol mira para atrás, 1973; Pido que vuelva mi ángel, 1982; La gallina castellana y otros huevos, 1995; Huevos revueltos, 2000; Clavo de olor, 2004.

Iluminada por las vidas de estas mujeres tan necesarias, pienso en los años venideros. Pienso en sus palabras, gestos, presencia inspiradora. A ellas volverse como los girasoles hacia el sol.

Autorretrato

             Delia Domínguez M

Soy como los animales:
presiento la desgracia en el aire
y no duermo sobre arenas movedizas.
Arriba siempre el viento
-desde el tiempo de los pañales mojados-
raspando la solidez de los cartílagos
mientras alguien
con mano sosegada escribe en mi cuaderno
cortas palabras de tristeza.


Soy como los animales:
sé pisar en la oscuridad, y
desde el fin del mundo,
podría volver con los ojos vendados
a mi vieja casa en las colinas.


Los años cortan
agazapados por dentro,
pero se desvanece el miedo a estas alturas
y una opalina
filtra su luz en el salón del piano
donde danzan mis muertos con su sombra.


Soy como los animales de narices mojadas:
olfateo en el cielo
la carga de la tormenta eléctrica
y desconfío de pasos que no conozco.


Soy como los animales:
siento que empiezo la vuelta a mi tierra de origen…


¡Cristo sabrá por qué!

El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz

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