Razones para ser pobres y explotados: Chilotes en las Salitreras

En el periódico La Voz de Castro durante el mes de junio de 1920 apareció con el título de ENGANCHE DE TRABAJADORES el siguiente aviso: “Desde el día de hoy se comenzará a enganchar trabajadores para el mineral de Chuquicamata (Provincia de Antofagasta) de la Chile Exploration Compani, en la oficina de calle Lillo, casa de Don Tulio Alvarado.
Se necesitan por el momento quinientos jornaleros, trescientos carpinteros de construcción, mecánicos, choferes y pintores.
Todos los detalles sobre jornales, condiciones, transportes, facilidades para comunicaciones con sus familias, etc. Se darán en la oficina.
Los trabajadores que se enganchen y que lleguen a un acuerdo en las condiciones, deberán firmar un contrato por un año o más, para que así queden seguros de su trabajo.
El mineral cuenta con todo género de comodidades para la vida de los obreros, instalaciones higiénicas, Caja de Ahorros, Clubes, teatros, deportes recreacionales honestos, y garantías para la libertad del trabajo conforme a la legislación social en vigencia. El encargado del enganche ha trabajado muchos años en Magallanes con obreros de Chiloé y Llanquihue a completa satisfacción.
Se presenta para los obreros laboriosos y honorables una espléndida oportunidad de obtener trabajo seguro y bien remunerado en una empresa industrial de enorme importancia, reconocida seriedad en sus obligaciones y gran responsabilidad.
Actualmente el pueblo que existe en el mismo mineral está formado por una población de 17 mil habitantes todos dependientes de la empresa, y con las construcciones nuevas la población aumentará a treinta mil personas, con todos los servicios públicos de que disponen las ciudades modernas”.
Esta clase de avisos ofreciendo contratar obreros para la industria minera y las salitreras del norte de Chile no eran algo aislado, en muchas ciudades de Chile se publicaban estos anuncios o se repartían volantes buscando trabajadores para la Chile Exploration Company Chuquicamata. Harry Guggenhein, uno de los creadores de la famosa fundación Guggenhein, era el mayor accionista de esta compañía minera donde la explotación y las condiciones de vida de los obreros alcanzaba extremos inimaginables; “jornales a base de ración de hambre, obreros que viven en habitaciones antigénicas, y al estado de Chile se cancelan derechos de exportación insignificantes” denunciaban en el año 1920 Eulogio Gutiérrez y Marcial Figueroa en su libro “Chuquicamata, su grandeza y sus dolores” como respuesta a las denuncias que contiene ese libro Harry Guggenhein publica un artículo en el “Engineering Mining Journal” donde describe la vida en Chuquicamata de modo semejante a como lo hace el aviso publicado en la Voz de Chiloé para el enganche de obreros,comodidades para los trabajadores y sus familias, instalaciones higiénicas, Caja de Ahorros, Clubes, teatros, canchas de deportes y dos escuelas. Una para los norteamericanos y la otra para los empleados chilenos. Los obreros no tenían derecho a educarse.
El paraíso que describía Harry Guggenhein, era para los jefes estadounidenses y sus familias, y unos pocos chilenos empleados de administración. A los obreros chilenos los denominaba despectivamente “blackman” a quienes describe como “un vagabundo andrajoso, en quien no se podía confiar por su degradación mental y física, que vivía en tugurios. En los campamentos mineros se les estimula a bañarse y a mantener su ropa libre de parásitos”. Gutiérrez y Figueroa en su libro denunciaban que “para todos los trabajadores que acuden a Chuquicamata desde todas las provincias de Chile los jornales son irrisorios, aunque el operario tenga los atractivos de la constancia, la competencia y la sobriedad. La habitación es estrecha, malsana, insalubre e inadecuada. El trabajo duro y agotador. Hay hambre en los campamentos populares. Los hombres van harapientos. Las mujeres con la faz lívida por la mala alimentación, y los niños crecen escuálidos y raquíticos como esos arbustos que contrahechos y retorcidos que crecen a las orillas del salobre Loa”.
En muchas ciudades de Chile se buscaba enganchar trabajadores para Chuquicamata, en Concepción, – ese mismo año y mes que en Chiloé el comerciante Tulio Alvarado contrataba campesinos chilotes -, se distribuía un volante impreso anunciando que se solicitaba con urgencia: 100 carpinteros y 200 jornaleros. Se destacaba que “es inútil presentarse con defectos físicos o con enfermedades de trascendencia social a quienes se presenten se les realizaría un examen médico”. Se ofrecía pagar “buenos jornales y cada obrero va contratado individualmente conforme a la ley Nº 4053”. Era la ley que desde el primero de enero de 1920 puso en vigencia la jornada diaria de ocho horas. Además, desde el 5 de noviembre del año 1917 comenzó a regir en Chile la ley de descanso dominical. Estas leyes que ya conocían los obreros chilotes; en la Patagonia no era respetada por los estancieros y fue una demanda constante de las organizaciones obreras.
Cuando en los avisos de enganche se dice que “es inútil presentarse con enfermedades de trascendencia social” se oculta que Punta Rieles y Banco Drumond, dos poblados cercanos a Chuquicamata, eran los lugares donde los trabajadores contraen las enfermedades sociales más repugnantes. No se puede esperar que en su artículo Míster Guggenhein describiera la verdad de algo que desconocía “en el propio campamento nuevo de la Chilex a consecuencias de la miseria, hambre y desnudez, abundaba la prostitución”.
La explotación del mineral de Chuquicamata comenzó en 1914 produciendo cinco mil toneladas de mineral al día, en 1920 su capacidad de producción era de quince mil toneladas diarias, y Chuquicamata se convirtió en un fascinación inmigratoria para gente que llegó desde distintas provincias de Chile, a los que se agregaron peruanos y bolivianos; hasta ese lugar pedregoso y polvoriento, viajaron los chilotes que buscando trabajo dejaron un archipiélago vegetal y lluvioso y se debieron adaptar a la soledad árida del desierto nortino.
No existen investigaciones referidas a la emigración de los chilotes al norte de Chile ya fuera para ir a trabajar en las salitreras o en las empresas mineras. Son muy escasos los datos de como los chilotes intentaron insertarse en un mundo diferente. Se desconoce la cantidad de los que llegaron a las salitreras, su adaptación a una nueva forma de vida, su arraigo o desarraigo, los cambios que se produjo en su conducta de campesino pescador para insertarse en una estructura social ya constituida. El chilote migrante, en el desierto nortino o en la Patagonia, siempre fue un elemento “agregado” a una sociedad preexistente.
Territorio Cultural: Luis Mancilla Pérez