Juan Pablo Riveros, Poeta

Describe brevemente lo que es y ha sido tu trabajo como poeta a lo largo de los años.
Mi trabajo de escritura ha consistido básicamente en leer y releer para escribir los textos principales. Por cierto, he sido afortunado en mis lecturas en cuanto éstas me han permitido descubrir mundos insospechados. Debo recordar aquí una primera e invaluable guía que recibí en mis inicios.
Me refiero al profesor y amigo Gastón von dem Bussche. Como sabes era profesor de la Universidad de Concepción hasta los 70, y uno de los estudiosos más profundos de Gabriela. Siempre lamentó no haberle enviado una información sobre la flora chilena para su Poema de Chile, y que le solicitara en una carta en los 50 desde Estados Unidos. Gastón era un hombre de sensibilidad superior. En efecto, en mi libro AGUANIEVE escribo: Mi primer contacto con ella [Gabriela] fue a través de un libro de Gastón von dem Bussche. Ahí se me reveló su obra. Leía esos versos al ingresar en la Universidad de Concepción, en marzo de 1965. Asombrado releía –en una vieja micro blanca del recorrido Concepción-Talcahuano que ya no existe– el ensayo de Von dem Bussche, “Visión de una poesía”. Ese trabajo sobre Gabriela me introduciría en el vasto mundo de la Mistral. Pero Gastón además guió mis lecturas. Fue él quién me llevó a los clásicos y señalándome la importancia de, en ese entonces, una inmensa desconocida, Emily Dickinson, Saint John Perse y, por cierto, de Vallejo. Y como es de suponer, Gastón murió en la más absoluta pobreza y soledad en Santiago, el 2007. Y junto a los transcendentales autores de los últimos siglos he iniciado un viaje -ya sin retorno aparente -al pasado con los clásicos-, es decir, he vuelto al presente. Eso lo dije en el poema TÁCITO que aparece en mi libro POEMA DEL COSMOS. Ver mi sitio: www.jpriveros.cl
Cuenta cómo te iniciaste en la escritura. ¿Cuándo y cómo empezó a gustarte?
Inicié ese trabajo en 1974, cuando conocí a Nimia, la madre de mis dos hijas. Eso significó una separación del matrimonio anterior, cuestión difícil y dura y que cuento en mi último libro AGUANIEVE. Ahí digo: Porque, como diría Gendlin, en todo cuerpo humano hay alguien ahí dentro luchando por vivir la vida. Podemos desatenderlo, podemos hacer como que no escuchamos, pero alguien ahí dentro nos urge para que lo escuchemos. Y si bien al comienzo podemos no entender sus gestos, sus señales, lentamente iremos descifrando el enigma de sus actos. Mi modo de iniciar ese camino fue producto de vagas intuiciones que decían que algo no estaba bien en mí. Y que había que salvar al náufrago. Hubo lecturas importantes en ese período, tanto literarias como filosóficas. Solo quiero citar, por su enorme importancia, a los poetas César Vallejo y Emily Dickinson.
Hay, por cierto, muchos otros de jerarquía capital que no nombraré. Aunque debo precisar que en ese tiempo de 1975 en adelante hubo innúmeras lecturas. No había selección alguna. Un autor llevaba a otro y éste a otros de mayor o menor importancia. En medio de ese ruido confuso de gritos y voces, se tropieza con faros que uno apenas puede sospechar que necesita. Se leen demasiadas cosas que, no obstante el asombro que provocan, no son perdurables y que el tiempo rápidamente corroe echando una capa de orín sobre ellos. Por cierto, es la búsqueda de la familia a la que uno pertenece. Pero ello lleva tiempo, dedicación y paciencia. ¡Y mucha paciencia!
El comienzo es similar al de todo escritor. Escribiendo textos que uno -en su soberbia de ignorante- considera trascendentales pero que valen menos que el abrigo de Gogol.
¿De qué manera afectó la pandemia tu vida normal y tu trabajo creativo?
En absoluto, pues yo desde siempre trabajo en casa y prácticamente no salgo de ella. Creo que -como seguramente hacen muchos- algo así hacía Montaigne. De manera que casi ha sido imperceptible para mí.
Describe cómo fueron tus días en los tiempos más duros del coronavirus. ¿Escribías? ¿Leías? ¿Qué te dedicabas a hacer?
Como dije, escribía y leía mucho preparando los textos de mi próximo libro: LA POÉTICA DEL CAPITALISMO (en el que ya llevo 10 años).
¿Crees que cambiará algo el ambiente y el desarrollo de la actividad literaria en el país cuando volvamos a la normalidad?
No creo que cambie mientras nosotros los populares de las regiones tomemos el toro por las astas y nos impongamos sobre los metropolitanos y sus redes. Y una manera es establecer una colaboración, i.e., creando un clima de sinergia (escribiendo sobre los textos de los escritores regionales) dejando a un lado ese ambiente cainita, del que nos hablaba nuestra Gabriela.
En ese sentido, en AGUANIEVE señalo el lamentable caso de nuestro querido y ninguneado poeta Rolando Cárdenas: El olvido posee una doble cara. Es una virtud o un acto de limpieza que nos permite hacer el camino más grato alivianando la carga que se ha ido acumulando en nuestras vidas. Como agua fresca en un recodo cualquiera del sendero. Pero el otro rostro del olvido está hermanado con el silencio y la omisión. Es un olvido voluntario y soterrado y que colinda con la indiferencia. La palabra es ningunear, y que usa Octavio Paz como el disimulo radical y definitivo de la existencia de los otros. Es la operación de silenciar la palabra como un medio de exclusión del discurso. Es el caso de Cárdenas cuyo oficio secreto era naturalmente ignorado por la gente del pueblo, no así por “lo más representativo” de la cultura nacional.
¿Qué lecturas y/o autores has retomado? ¿Qué sugerirías leer?
Hace un año leí completo En busca del tiempo perdido, lectura de la máxima importancia. Y también leo y releo a Horacio, Píndaro y sus ODAS. Y releo a Virgilio y Homero.
ARTESANO
En realidad,
yo manufacturo joyas
que aroman a poleo y a pendientes de estrellas,
y reverberan como rubíes entre violetas amarillas,
y aspiran polen de guindas
entre argollas de oro.
A veces,
solo resultan un ramillete de anhelos
o de papamoscas silvestres.
Fabrico joyas
cuyo precio en el mercado es casi nulo.
Ni siquiera a las damas les importan
y a los caballeros, por cierto,
mucho menos.
El Arte en Tiempo de Pandemia: Dr. Carlos Trujillo