Acerca de viajes y viajeros

En estos tiempos aún pandémicos, el viaje se ha transformado. Justo cuando cada vez se facilitaba más el tránsito de fronteras, continentes; cuando los aeropuertos y terminales mostraban grandes cantidades de personas, maletas, documentos de viaje, vino la peste y se frenaron las salidas no solo de vacaciones, sino todos los demás movimientos fuera de los circuitos domésticos. Un cambio forzado y violento que sigue afectándonos aún cuando ahora se han flexibilizado las normas sanitarias y se han abierto pasos fronterizos, incluso se han abierto aeropuertos que permanecieron cerrados por más de dos años.
La experiencia de viajar es siempre intensa, se trata de abandonar los circuitos conocidos, dejar los caminos acostumbrados y adentrarse en otros mundos, otros espacios y conocer gente nueva, costumbres distintas. Hay viajeros de todas layas: los que intentan reproducir lo cuidado de su hábitat doméstico y no se arriesgan a encontrar novedades; los que dejan todo al azar y se exponen convencidos de que es la única manera de conocer realmente; los que siguen rutas hechas por otros y solo seleccionan aquello agradable y placentero de las experiencias ajenas transmitidas en libros, guías, artículos, etc.
Una de las actividades que siempre realizo con talleres es soñar un viaje, elegir un destino y armar un recorrido, aconteceres esperados. El viaje puede ser interior o tramos pequeños, se trata de poner alerta en quién viaja, más que en el ejercicio del traslado físico.
Buscando lecturas para estos meses de encierro, me encontré con la gran narradora argentina Hebe Uhart, leí algunos relatos y buscando información sobre ella, supe que era una notable cronista de viajes. Eso me interesó precisamente por el peso de sus relatos y encargué dos libros suyos. Imaginé que Viajera Crónica y Visto y oído, serían dos libros acerca de viajes a lugares remotos, que me mostrarían personas fascinantes y costumbres exóticas, sin embargo, me encontré en estos libros con viajes de la autora especialmente al interior de su propio país. Pequeños poblados a los que describe como un científico con microscopio, siempre se trata de una mirada curiosa que no juzga ni opina demasiado, va descubriendo modos de vida, paisajes, desbrozando mitos y lugares comunes. Tiene como unas costumbres fijadas en este tránsito por regiones argentinas, conversaciones entrecortadas con los lugareños, muchos reacios a dar luces acerca de su pueblo; lecturas de autores locales, citas de sus libros, encuentros con escritores habitantes de cada lugar; visitas a universidades, bibliotecas, museos. Su estilo es parco, parece diseccionar las carnes de ciudades pequeñas y asomarse a mirar entre los pliegues, nada parece sorprenderla, pero mantiene viva su curiosidad.
Pienso, otra vez, en el viaje interior que nos propuso la pandemia, ese recorrido por el propio ser, la memoria, el habitar el “adentro” y pienso también en el tipo de recorrido que nos ofrece Uhart. Hacer un viaje por los alrededores, por sectores que creemos conocer, pero que están cargados de acontecimientos, formas de habotar que no vemos a simple vista.
Hebe Uhart nos propone ese abismo de re- mirar, mirar en profundidad aquello que parece común o familiar; ser capaz de cultivar un modo de conocimiento siempre abierto, no dar nada por sentado. Leyendo estos libros, me dieron ganas de pensar en viajes aquí mismo, a los maravillosos y múltiples recovecos de nuestro archipiélago, ir ampliando la mirada hacia exteriores después de haber conocido bien lo nuestro.
Hebe Uhart (Moreno, 2 de diciembre de 1936-Buenos Aires, 11 de octubre de 2018) fue una docente y escritora argentina. Desconocida su obra gran parte de su vida, las primeras publicaciones de Uhart se dieron en editoriales pequeñas, obteniendo su reconocimiento al publicarse sus Relatos reunidos en 2010, llegando inclusive a hacerse traducciones de sus libros a otros idiomas tiempo después. Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, y colaboró además con el suplemento cultural del diario El País. En 2017 ganó el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas. Rodolfo Fogwill llegó a decir de ella que era «la mejor escritora argentina».
El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz