Extraños entre nosotros

Por estos días, volvemos a los interiores, esta vez forzados por los vientos y lluvias que se descargan con furia después de mucho tiempo rogando por el agua. Para los que compartimos los años de escolaridad entre los 70 y 80, resuena el cuento de Juan Bosch que leíamos en las salas de clases “Dos pesos de agua”; un relato que recoge en parte el fervor de los abandonados de siempre por la religiosidad y en parte, el fatalismo de considerar que siempre estaremos azotados por la desgracia.
Y el regreso al espacio del hogar suele traer para nosotros, lectores tenaces, otros libros y sorpresas para descubrir al calor de la estufa. En pandemia fueron muchos y este corto temporal ha arrojado a mi mesa el libro ¡Arresten al santiaguino! Una colección de retratos de escritores provincianos o que desarrollaron su escritura en lejanas localidades.
Si la palabra construye mundos, si nombra y muchas veces da una vision de conjunto que recrea / crea formas de habitar: ¿qué papel juegan estos escritores que no lograron sintonizar con sus posibles lectores? O que sostuvieron su voz literaria sin salir de los cercos provincianos. ¿Qué los alimentó en una pasión no correspondida por los lectores, otros escritores, a veces ni siquiera su círculo más estrecho?
Conocerlos y leerlos permite un movimiento que vuelve a la pregunta sobre qué entendemos por centro y margen; cuánto del destino de estas obras se deben a la tiranía de los poderes politico – literarios que administran la circulación de los libros poniendolos sobre la mesa o instalndo una lápida de silencio sobre ellos; cuánto se debe al ahogo de la propia voz repitiéndose una y otra vez, rebotando contra las piedras por la asfixia de no cambiar “los aires” no poder refrescarse en el diálogo con otros / otras que crecen en distintas direcciones. Leyendo, acompañando a Mario Verdugo en estas atentas lecturas, uno se pregunta por qué algunas escrituras quedan en el camino, a la vera. En varios autores se aprecia el balbuceo, un desarrollo embrionario, pero hay otros que son muy interesantes, que lograron una palabra propia, pero sin salir hacia lectores más allá de su entorno.
¿Desde qué lugar lee Mario Verdugo? No es condescendiente, no es paternalista. Se enfrenta a los personajes y sus obras con una cierta ironía pero se reconoce que los ha leído con detención a todos, que ha desempolvado páginas y vidas como un arqueólogo de las palabras para dar con valiosos restos que nos ayudan a comprender cómo funciona esto de la escritura. O por lo menos nos hace preguntarnos, poner en duda el andamiaje general de lo que entendemos por “la literature nacional”.
Verdugo nos propone una lectura de autores que dedicaron su vida a las letras, que publicaron y seguramente soñaron con un reconocimiento que llegó en dosis mínimas. Su selección y dedicada concentración en ellos, nos trae tanto proyecto, ilusiones, fracasos, ternura que se convierte en un libro muy valioso para reconocer cuánto de humano hay en ellos. Buena forma de revertir las ambiciones exitistas y cegadas que rodean ciertos ambientes literarios.
Mario Verdugo (Talca, 1975). Ha publicado los libros de poesía La novela terrígena (2011), Apología de la droga (2012; segunda edición, 2014), Canciones gringas (2013; segunda edición, 2016), Miss Poesías (2014), Las parejas hétero del siglo veinte (2017) y robert smithson & robert smith, también de 2017 y en esta editorial. Además es autor de la plaquette Absolutamente moderno (2017) y la antología Música esdrújula. Grandes éxitos de Pedro Antonio González (2015).
- La Biblioteca de autores regionales de Mario Verdugo comienza y culmina con los perfiles de dos poetas oriundos de Antofagasta: Julio Iglesias y Antonio Vodanovic. Ambos, distantes de la fama de sus conocidos homónimos del mundo del espectáculo, forman parte de este conjunto de vidas breves, en el que se trabaja el vínculo siempre complejo entre las biografías de escritores, sus obras y el espacio al que éstas aluden, consagran o repudian. Insertándose de manera peculiar en la tradición de autores como Wilcock, Plutarco, Max Aub o John Aubrey, Arresten al santiaguino! nos acerca a la “porteñidad” de Arturo Alcayaga, la “elquinidad” de María Isabel Peralta o la “maulinidad” de Edilberto Domarchi. Localismo y centralismo, rincones criollistas y aldeas láricas, nomadía y arraigo, son algunas de las disyuntivas presentes en este libro, que pone en valor figuras e historias consideradas laterales desde una perspectiva metropolitana.
El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz