El fútbol y la guerra en Palestina

En nuestros noticieros de televisión es costumbre, que a nadie asombra, que sus conductores cambien de mostrar una noticia trágica a un show de entretención, de una masacre vesánica a mostrar las habilidades de una mascota o a los goles del fútbol o a un robo intrascendente en un barrio de gente adinerada en Santiago; es la banalidad cotidiana de ser desinformados, esconder la realidad en la vanidad o construir la realidad con medias verdades.
En Palestina la muerte llega desde el cielo en las bombas que lanza Israel sobre las canchas de fútbol de Gaza con la justificación de que son lugares que utiliza Hamas para lanzar misiles.
En Chile se censuró a un humorista que con un títere lagarto tuvo la impertinencia de decir un chiste sarcástico respecto del holocausto judío; quienes otorgaron demasiada importancia a una idiotez propia de nuestra cultura televisiva hoy nada dicen de la matanza que los judíos realizan en Gaza.
Ahed Zoqout era un muy popular comentarista deportivo de la televisión palestina en Gaza. En su juventud, hace dos décadas, fue mediocampista de su selección de fútbol. Un miércoles de principios de agosto fue asesinado en la cama por las bombas con las cuales dice Israel se defiende de los ataques palestinos.
Este año por primera vez la selección palestina clasifica para la etapa final de la copa asiática de naciones. En julio de este año cuando lograba esta clasificación que representa una ilusión de libertad en una tierra rodeada por muros y puestos de control, y es un refugio que ayuda a soportar la miseria y destrucción que trae la guerra; en esos días en una agreste cancha de fútbol, con poco pasto y muchas piedras, jugaban los hermanos Bakr, Mohamed de 11 años, Ahed y Zakaria de 10 años, y su primo Ismael de 9 años cuando fueron alcanzados por una bomba. En cualquier lugar de Chile las canchas de fútbol son lugares de entretención, espacios donde vivir una infancia alegre sin nunca cansarse de correr detrás de un balón de fútbol. Gaza es hoy un territorio donde las canchas están siendo bombardeadas constantemente. Para Israel no son lugares para ir a jugar, afirman que parques, plazas y canchas de fútbol la minoría islámica de Hamas las utiliza para lanzar cohetes. Los hermanos Bakr murieron en un espacio donde creían estar protegidos.
Israel afirma que Hamas utiliza a los niños como escudo humano, lo mismo dijo en los años 2008 y 2009 cuando también bombardeó Gaza. Se oculta que Hamas es una minoría extremista en el pueblo palestino. Además premeditadamente se disimula que Gaza es un encierro, una de las zonas más densamente pobladas del planeta; en su centro urbano viven casi dos millones de personas, cristianos y musulmanes, y esto no lo ignoran los israelíes.
Se llaman Jawhar Nasser, de 19 años, y Abdel Raouf, de 17 años; en enero de este año regresaban a sus hogares después de entrenar en el estadio Faisal Al Houssini en Gaza y cuando pasaban cerca de un puesto de control los soldados israelíes les disparan y luego les lanzan los perros, y ya caídos los golpean. Diez balas hirieron las piernas de Jawhar, a Abdel les dispararon una bala en cada pie. Nunca más podrán jugar fútbol. La patrulla fronteriza israelí dijo que ambos jóvenes, seleccionados juveniles de Palestina, iban a lanzar una bomba.
Esta clase de ataques no parece ser casualidad, durante los últimos cinco años el asesinar, herir o apresar a los seleccionados palestinos parece ser una constante del ejército y las fuerzas de seguridad israelíes. Estos ataques son parte de una guerra sicológica por el golpe anímico que tiene en quienes viven en los territorios ocupados. El fútbol representa libertad, diversión, alegría y unidad para un pueblo constantemente bombardeado. La selección de fútbol palestina es identidad nacional para un pueblo sin nación reconocida, es una fuente de orgullo, un ideal de país, la representación de un territorio y la gente que lo habita, la dignidad concreta de ser palestinos. Esa esperanza es la que ataca Israel destruyendo el fútbol; les quita a los palestinos la esperanza de ser un país, la pacifica ilusión de ser una nación.
Cuando en 1998 se formó la selección palestina a ella se integraron algunos jugadores chilenos descendientes de emigrantes palestinos establecidos con una identidad propia en muchas ciudades de Chile, un país donde los medios de comunicación dieron amplia cobertura a la indignación de la comunidad judía porque el equipo de fútbol del club palestino mostraba la imagen de su territorio en su camiseta.
Nada hay más deletéreo para la sociedad futura que nuestros medios de comunicación con sus informaciones sin trascendencia; empeñados en mostrar la vanidad y la banalidad. Para quien deseé informarse de la realidad en Gaza recomiendo las columnas que en The Nation escribe el periodista Dave Zirin; la única dificultad es que están en inglés.
Territorio Cultural: Luis Mancilla Pérez