Ramón Díaz Eterovic – Novelista

Describe lo que es y ha sido tu trabajo como escritor.
Suponiendo que los libros son las señas de identidad de un escritor, diría que mi trabajo como tal lo inicié en 1980 con la publicación de un poemario (“El poeta derribado”) y un libro de cuentos (“Cualquier día”). Ambos recogían textos escritos en mi etapa de universitario. Luego llegaron otros libros de cuentos, hasta que en 1987 publiqué la primera novela de la saga del detective Heredia: “La ciudad está triste”. De esta saga se acaba de publicar la novela décimo octava: “Los asuntos del prójimo”. Desde el año 1987 a la fecha también hay otros libros de cuentos, novelas para niños, libros para primeros lectores y varias antologías. En 2005 se filmó la serie de televisión “Heredia y Asociados”, basada en algunas de mis novelas.
Mi trabajo como escritor ha considerado la creación y dirección de revistas como “La Gota Pura” y “El gato sin botas”; el trabajo gremial que me llevó a ser elegido presidente de la Sociedad de Escritores de Chile (1991-1993), y además la organización de una decena de encuentros de escritores chilenos y extranjeros, como “Juntémonos en Chile” y las dos primeras versiones de “Santiago Negro, encuentro de narrativa negra hispanoamericana”. En fin, es difícil hacer una síntesis. Entremedio de lo señalado hay premios, participación en muchos encuentros y antologías en Chile y el extranjero, traducciones. Muchas cosas realizadas en algo más de cuarenta años.
Cuenta cómo te iniciaste en la escritura. ¿Cuándo y cómo empezó a gustarte?
Me inicié en la escritura como casi todos los autores, siendo un lector entusiasta e incansable desde que aprendí a leer y escribir. En el liceo escribí mis primeros poemas y cuentos. Como escribí en mi cuento “Mi padre peinaba a lo Gardel”: “Una de mis entretenciones favoritas en las tardes de invierno era escribir palabras sobre el vaho depositado en los vidrios. Letras grandes que recuperaban la limpieza de los cristales y a través de los cuales observaba la calle, las casas de los vecinos, el ir y venir de la gente. Las palabras permitían conocer la vida, y eso, sin saberlo, era el origen de los cuentos que escribía…”.
Pasó el tiempo y mi oficio de escritor se reafirmó en mi época de universitario, donde encontré a otros jóvenes que también querían ser escritores y con los que compartí libros, revistas, concursos literarios y lecturas en actividades culturales universitarias, tertulias en bares y otros sitios públicos. Desde esos tiempos nunca he dejado de escribir, porque es lo que da sentido a muchas cosas de mi vida, y creo que lo haría, aunque estuviera condenado a mantener mis textos guardados en un cajón. Buenas de las cosas buenas de la vida las he tenido gracias a lo que escribo. Amigos, desde luego. Viajes, publicaciones en muchos países, y sobre todo algo que es vital para todo escritor: tener lectores que comparten y se identifican con lo que uno escribe.
¿De qué manera ha afectado la pandemia tu vida normal y tu trabajo creativo?
La pandemia, principalmente me ha afectado en los desplazamientos diarios y en la posibilidad de compartir con mis amigos, ir a librerías, pasear por la ciudad. Pero, en lo fundamental, no me siento muy afectado. Como escritor, antes y ahora, siempre he vivido dentro de una cuarentena personal. Trabajo en mi casa, salgo poco, ocupo buena parte de mi tiempo en leer y escribir. Desde el inicio de la pandemia he escrito tres novelas: “Los asuntos del prójimo” que se acaba de publicar. “Imágenes de una muerte” que se publicará en abril del 2022, y una tercera que tengo en etapa de revisión y que por ahora se llama: “Dejaré de pensar en el mañana”.
Describe cómo son tus días en este tiempo de coronavirus. ¿Escribes, no escribes? ¿Lees, qué lees, a qué hora?
Parte de esta pregunta ya la contesté. Una fracción del día la destino a escribir y leer. Y el resto a compartir con mi familia, escuchar música, ver películas y partidos de fútbol. Leo a cualquier hora del día y distintas cosas: libros de historia, poesía, narrativa. Algo de prensa a través de la Intranet.
¿Crees que cambiará algo el ambiente y el desarrollo de la actividad literaria en Chile cuando volvamos a la normalidad? ¿De qué manera?
Creo que ya ha cambiado en parte la actividad literaria. Por ejemplo, los encuentros literarios ahora son virtuales. Cosa que no me gusta mucho, pero que reconozco permite de pronto interactuar con escritores y lectores de otras ciudades y países. Han aumentado las revistas literarias digitales y se puede acceder a muchas a través de la Intranet. Y bueno, creo que algo de esto y algunas otras cosas seguirán existiendo una vez que se recupere esa normalidad que todavía veo distante, y que desde luego no será la misma “normalidad” anterior a la pandemia. Me parece también que es un tiempo en el que se ha reforzado o incrementado el uso de libros digitales, o la compra de libros a través de plataformas de venta a distancia. La vida será cada ves más virtual y digital; y no diría que eso sea algo que me guste mucho.
¿Qué lecturas/autores has retomado? ¿Qué aconsejarías leer en estos días?
Hay lecturas a las que, con o sin pandemia, siempre vuelvo. Libros de Honorato de Balzac, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, entre otros. Algunos autores policiacos como Ross McDonald y Georges Simenon. Los libros de algunos de mis poetas más queridos, como Rolando Cárdenas y Jorge Teillier. También intento estar al día con los libros que van apareciendo. No es fácil, pero le hago empeño. De los que he leído en el último mes, recomiendo “Neozona” de Juan Carreño y “Espejismo cruel” de Juan Ignacio Colil. También invito a leer al poeta mexicano Margarito Cuéllar, las novelas policiales de Pierre Lemaitre y Arnaldur Indridason. Y un libro que se editó hace tiempo, pero que encontré recientemente: “Cuentos completos” de Alfonso Alcalde. Todo un clásico de nuestra narrativa.
El Arte en Tiempo de Pandemia: Dr. Carlos Trujillo