La poesía ayuda a reconstruir el tejido comunitario

Llegamos a la sede social de la Población Caracoles cerca de las 17:00. Nos han prestado la llave para preparar la sesión de Poesía Vecina y sabemos que los dirigentes vendrán enseguida: Romina Ríos, la secretaria, ha ido con sus niños pequeños al cementerio que está aquí al lado y don José Luis Caimapo está aprovechando el día de sol en trabajos de patio, como muchos vecinos que saben: no duran mucho los días así, ya vendrá la lluvia de nuevo. Mientras ubicamos las mesas, los platos y vasos; las pequeñas delicias que compartiremos junto al cuadernillo de Poesía Chilena, van llegando los primeros vecinos, doña Jovita y don Hernán, que llegaron hace más de veinte años a Ancud, pero son oriundos de Calbuco; luego, Catalina, estudiante de la Escuela Anexa de Ancud y su madre; Brandon, que cursa tercero Básico y es hermano de Romina; Miryam que se suma a la lectura de poemas. Romina llega cargada de sopaipillas calentitas, todos ríen con anécdotas de la infancia de los mayores. Se recuerdan los días de escuela y cómo la poesía se recitaba y se aprendía de memoria. También está con nosotros, la poeta de Ancud Natalia Pérez González quién lee varios de sus textos poéticos.
Don José Luis quiere hablar de educación, de cómo se puede hacer para que vuelvan las buenas lecturas y aprehensión de vocabulario. Romina habla de las dificultades de uso de las palabras por la costumbre en las redes, de cómo le cuesta escribir documentos importantes para la Junta de Vecinos. Leemos a Carlos Pezoa Véliz, a Gonzalo Millán y se vuelve a las preocupaciones de los presentes: la gente no quiere aceptar cargos, pocos van a reuniones, salvo cuando hay un proyecto que les afecte en forma personal, cuando puedan sacar una ventaja. Está muy dañado todo el tejido de las organizaciones sociales, la gente preocupada por el destino de sus barrios son dirigentes antiguos, personas que llevan décadas de un cargo a otro, que ya conocen las oficinas municipales, que han aprendido a hacer trámites, que han entrenado la paciencia para internarse en la burocracia. Conmueve escucharlos pensando en cómo han conseguido su sede social, en cómo la cuidan y qué otros adelantos sueñan para su población. Leemos a Parra, se ríen a carcajadas con el poema Murió; con la relación de las mujeres en el poema de Teresa Calderón “Mujeres del mundo, uníos”. Se lee a Gabriela Mistral y se vuelve a recordar, en este caso don Hernán, a su padre cómo le recitaba poemas y él le pedía que los repita un par de veces no más y con eso, los memorizaba.
Así, en una tarde muy bella, la poesía hizo su despliegue tocando la memoria, las ganas de dialogar. Entre las palabras que se pusieron sobre la mesa para compartir, se repitió la nostalgia por el ejercicio de la ciudadanía, el interés por la convivencia que hubo en otros tiempos. En todo caso, la presencia de Romina Ríos, su fuerza y su inteligencia, hablan de jóvenes comprometidos, que también los hay.
La poesía ha estado viajando por distintos sectores de la comuna de Ancud, la idea central de compartir las voces de nuestros poetas, comprometidos con el alma nacional ha crecido para volverse encuentro, enredarse con las preocupaciones de los vecinos, para volver a escuchar y escucharse no sólo en las demandas concretas, cotidianas, sino en los sueños, en los densos y complejos temas que rodean quienes somos.
Cito aquí uno de los poemas que ha sido más exitoso en cada encuentro:
Gonzalo Millán, 1947-2006
Niño
Encontrarán siglos después,
cuando sólo queden los envases
de una sociedad
que se consumió a sí misma,
sus restos
de pequeño faraón dentro
de un refrigerador descompuesto,
enterrado
bajo unas pirámides de basura.
El Gaurdián del Mito: Rosabetty Muñoz