Humor negro para mirar con fiereza a la muerte
“Puros escombros” decía el tío de un poeta amigo refiriéndose a estos pobre cuerpos nuestros una vez pasado su esplendor. Me acordé apenas abrí el libro de poesía que me acaba de llegar, MORGUE, editado por la Universidad Austral, en su nueva colección Caballo de Proa que busca recuperar y difundir obras literarias que no tienen presencia (o poca) en español. Las traducciones son realizadas por destacados autores del sur.
Morgue, está traducido del alemán por la poeta Verónica Zondek y es asombroso encontrar poesía en la dura disección de cadáveres. Benn fue poeta y médico, le tocó servir como parte del ejército en la Primera Guerra Mundial y lo que deben haber visto esos ojos justifican su crudeza al hablar de los cuerpos. También, claro está su especialización en enfermedades venéreas y de la piel, su trabajo ejerciendo de médico en consulta privada durante muchos años. La introducción al libro nos da luces de la larga lectura que ha llevado a Zondek hasta las versiones que tenemos publicadas hoy; es una entrada iluminadora a estos poemas que, a pesar de su materia, son conmovedores. Es un desafío mayor, pienso, leer estos poemas en un tiempo cargado de muerte como es el que estamos viviendo, cuando la amenaza se cierne sobre los seres queridos, sobre nosotros; jóvenes o viejos, ricos o pobres, bellos o no tanto, igualándonos como el poeta Manríquez dice en las Coplas por la Muerte de su padre.
Gottfried Benn encuentra poesía donde hay pus, hay sangre, miembros cercenados, putrefacción; no tiene ternura para los cuerpos expuestos en toda su fragilidad, sin embargo, encuentra también poesía al reconocer lo que queda de humanidad en esos restos tan familiares para nosotros, los lectores. Pienso en el conjuro, en la “contra” de nombrar aquello que nos aterra como para quitarle algo de su poder, así, estos poemas nos obligan a mirar sin pestañeo la función terminal, esa muerte que es el término de una vida física, esa descomposición de la materia cárnea que a todos nos espera.
El título es rotundo y claro, podría alejarnos pensando en el riesgo de encontrarse con una mirada morbosa y sería una lástima, porque estos poemas capturan nuestras pesadillas, pero de algún modo también nos atraen poderosamente, hay una honda piedad en este desmenuzamiento de los miembros. Avanzar en los poemas nos va ayudando a construir una mirada audaz y al mismo tiempo transparente por la falta de adornos líricos para decir ferocidades.
Como nunca y siempre, reconocemos a ese “embutido de ángel y bestia” que dice Parra que somos.
Gottfried Benn
Poeta y ensayista alemán nacido en Mansfeld en 1886. Tomó cursos de filosofía, poesía y metodología literaria, y finalmente terminó medicina en la Universidad de Marburg alistándose como médico militar en la I Guerra Mundial. Sus publicaciones de entonces representaron fielmente el expresionismo alemán, con obras como “Hijos” en 1913 y “Carne” en 1917. En la década de los años cuarenta, desilusionado con el régimen nazi y marginado por el círculo literario de su país, se refugió en sus escritos produciendo calladamente una parte muy importante de su obra. En 1946 publicó “Poemas estáticos”, siendo reconocido entonces como el más importante poeta vivo de Alemania. Falleció en Berlín en julio de 1956.
Hermosa Juventud
La boca de una muchacha, que hace tiempo yacía en el cañaveral,
lucía muy mordisqueada.
Al abrirle el pecho, vimos cuan poroso estaba el esófago.
Por último, en un entramado bajo el diafragma
Se encontró un nido de ratas jóvenes.
Una pequeña hermanita yacía muerta.
Las otras se nutrían de hígado y riñón,
bebían la sangre helada y gozaban allí
de una hermosa juventud.
Y también rauda y hermosa les llegó la muerte:
Todas juntas fueron lanzadas al agua.
¡Ay, cómo chillaban esos pequeños hocicos!!!
El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz