Claudio Mancilla Pérez – Fotógrafo
Describe brevemente lo que es y ha sido tu trabajo como fotógrafo a lo largo de los años.
Hace ya más de una década que comencé a trabajar regularmente en la fotografía. Un arte que me apasiona desde mi adolescencia cuando tomaba mis primeras fotos con una pequeña máquina fotográfica. Mi trabajo siempre ha estado centrado en el archipiélago y su cultura. Los fines de semana y cada vez que es posible me dedico a recorrer distintos lugares de la isla grande fotografiando el rostro de los ancianos que habitan los pequeños caseríos, la fauna, flora y arquitectura de nuestro archipiélago. No desde la mirada de la postal turística, mi trabajo es lograr una fotografía con contenido, que tenga una diversidad de lecturas. Por ejemplo, en los ancianos, retratar en sus rostros la nostalgia, las huellas de vivir en soledad, la perduración de los recuerdos; la destrucción de la memoria la veo reflejada en los viejos botes abandonados y derruidos y varados a orilla del mar o en el patio de una casa. En las fotografías relacionadas con la fauna de Chiloé busco un instante preciso, una casualidad de algún modo impredecible, que permita poder relacionar ese acontecimiento inesperado con las supersticiones heredadas.
Fue en esta afición de fotografiar nuestro entorno social y geográfico como de a poco comencé a publicar mis fotografías en las redes sociales. Muchas personas se fueron interesando por adquirirlas, y me invitaron a formar parte de grupos de fotógrafos que gustan de la fotografía al aire libre, capturar las condiciones de luz y sombra en el momento preciso sin utilizar programas de edición. Durante dos años consecutivos (2018–2019) obtuve el primer lugar en el Concurso Fotográfico ¿Cuál es tu patrimonio chilote? También fui ganador del concurso fotográfico “Relatos y herencia: Chonchi patrimonio vivo” organizado por el Departamento de Cultura y Turismo de Chonchi. He expuesto en la Casa de la Cultura de Chonchi, en la Galería Enjoy – Moludor. Mis fotografías han sido publicadas en la Revista Tradiciones de la Fundación Cultural, Tradiciones de Chiloé. Una muy enriquecedora colaboración que ha perdurado en varios números de aquella publicación. Además, muchas de mis fotografías se han publicado en revistas y se han utilizado como tema en afiches publicitarios de varios eventos culturales.
Como te iniciaste en la fotografía. ¿Cuándo y cómo empezó a gustarte?
Provengo de una familia numerosa, diez hermanos de los cuales soy el menor. A comienzos de la década del ochenta, cuando tenía unos doce años, uno de mis hermanos mayores que recorría distintos lugares del archipiélago en excursiones con el objetivo de conversar con la gente, conocer y fotografiar la arquitectura, procesiones y eventos sociales, me invitaba a acompañarlo y retratar personas y tomar fotografías de lugares que hoy son muy distintos a cómo eran en aquella época cuando con una cámara análoga Zenit, entre conversas y salidas, me fui aficionando al arte de la fotografía y a retratar diversos aspectos de nuestra cultura insular. Uno de mis anhelos de niño era tener mi propia cámara fotográfica, así que cuando la pude comprar comencé a leer tutoriales, ver y estudiar el trabajo de otros fotógrafos, hasta lograr convertirme en un fotógrafo autodidacta.
¿De qué manera ha afectado tu vida normal y tu trabajo fotográfico la pandemia?
En estos días de vivir perseguidos por el fatídico fantasma del Covid, como todas las actividades, mi trabajo de fotógrafo se ha visto entorpecido con los encierros y las restricciones que traen las cuarentenas. No se puede salir a “fotear”, la gente toma distancia y muestra desconfianza por el miedo a los contagios que puede traer alguien que llega desde la ciudad. Además, no se realizan exposiciones. Se han cerrado los lugares y las galerías donde poder exponer trabajos, no existen canales donde poder hacer promoción de los trabajos que permanecen guardados esperando mejoren los tiempos culturales. Trabajos que contienen un valor agregado más allá de la vulgarización y el entretenimiento que hoy es común ver constantemente apareciendo en nuestros medios de comunicación contaminados de lugares comunes.
Estos días de encierros y restricciones han servido para hacer trabajos de edición de algunas fotografías, y pensar a futuro en algún proyecto para generar ingresos, y también dar a conocer nuestra cultura heredada, los paisajes, la gente y nuestro patrimonio que permanece en los instantes que logro ver a través del lente de una cámara fotográfica.
Describe cómo son tus días en este tiempo de coronavirus. ¿Estás dedicado a realizar o a completar algún nuevo proyecto?
En estos días de libertades restringidas que en lo cotidiano de una ciudad invadida por una normalidad, muy anormal, de vivir una cuarentena implantada por decreto pero que nadie parece respetar. En esta normalidad donde se debe andar escondido en una mascarilla y nunca olvidar el permiso que obtienes en una comisaría virtual, y siempre traer tu carnet de vacuna que no evita los contagios; en esa normalidad me he dedicado a mi rutinario trabajo de mecánico de automóviles; (no es común encontrar un mecánico-fotógrafo). Como soy mi propio jefe intento hacer de estos encierros una rutina no muy estresante, disfrutar del trabajo y los amigos, dedicar tiempo a mis hijas y, si se dan determinadas condiciones, salir a tomar fotografías. Siempre ando trayendo una cámara fotográfica puesto que nunca se sabe cuándo aparecerá esa casualidad, ese instante, donde la realidad produce un acontecimiento que puede ser capturado y permanecer en la fotografía.
Antes describí que busco realizar fotografías que no sean una simple postal; mi búsqueda consiste en lograr capturar un instante de la realidad que tenga una diversidad de lecturas. El descubrir esos contenidos en mis fotografías ha dado origen a un proyecto que ha ido poco a poco avanzando: construir un libro de relatos breves y fotografías; historias mínimas de las personas fotografiadas, historias, reales unas, imaginadas otras, pero que he ido descubriendo en mis excursiones, historias encontradas en las conversaciones. Relatos y fotografías que reflejan la destrucción de la memoria en los botes varados destruyéndose en las playas. Las supersticiones y los malos augurios en los jotes parados sobre la cruz de una iglesia; la memoria que se destruye en una casa, en mitad del campo, abandonada y derruida.
¿Crees que cambiará algo el ambiente y el desarrollo de la actividad artística en Chiloé cuando volvamos a la normalidad? ¿De qué manera?
Creo que el concepto de normalidad está mal entendido. Siempre existe normalidad, lo que cambia es la realidad. Hoy estamos viviendo y adaptándonos a una realidad que cambia cada día con las restricciones y temores causados por una pandemia que nunca antes habíamos vivido. Nuestros padres nos hablaban de la peste de viruela que conocieron sus abuelos, una peste que hace ya un siglo desoló estos archipiélagos. Pasó esa calamidad y después se volvió a vivir una realidad cambiada. Lo mismo sucedió después de la destrucción que trajo el terremoto del sesenta, la realidad y los ritmos de vida fueron cambiados, igual creo sucederá en los tiempos post pandemia, aparecerán nuevas formas de relacionarnos, nos distanciará una desconfianza epidémica, y cambiaran los modos del convivir cotidiano. En cuanto a la actividad cultural, si sigue siendo controlada por las personas que actualmente dicen qué sí y qué no es cultura, qué se debe difundir y qué censurar, nada cambiará. Una cuestión es la vulgarización y folklorización de nuestra cultura y algo muy distinto son las actividades con contenido, que obliguen al espectador a hacer un esfuerzo intelectual, que el consumidor de cultura pueda pensar y ser crítico con la realidad y los tiempos que le ha tocado vivir. Esto actualmente es muy difícil de encontrar en las actividades que se difunden y se muestran en nuestra comuna a través de las actividades culturales que difunden los medios de comunicación comunales.
¿Cuáles son tus fotógrafos favoritos? ¿Por qué?
Uno de mis favoritos es el fotógrafo uruguayo Pantaleón Astiazarán, por su mirada de la gente y de los distintos lugares del mundo que ha recorrido con su máquina fotográfica. Una fotografía en blanco y negro evocadora y optimista. Otro es el para muchos desconocido Antonio Quintana quien en la década del sesenta recorrió todo Chile fotografiando las clases populares de nuestro país. Muchas de sus fotografías ilustraron los antiguos libros de la serie «Nosotros los Chilenos» de la editorial Quimantú que encontraba en la pequeña biblioteca que mis padres tenían en la casa y hoy descubro en la internet. Pero las fotografías que desde que era niño me llamaban la atención eran las de Gilberto Provoste. La gente antigua aún permanece inmovilizada en sus retratos, y también fotografió la dimensión que tuvo el terremoto de 1960 en Castro.
El Arte en Tiempo de Pandemia: Dr. Carlos Trujillo