Jornada de Taller Mistral: Carlos Alberto Trujillo
Se ha repetido hasta el cansancio el obligado cambio en nuestras vidas a partir del año 2020. Este proyecto, financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, debió finalizar en diciembre de 2020, sin embargo, a pesar de haberse realizado en forma virtual las sesiones semanales y haber vivido los distintos estados de cada uno de los asistentes en cada escrito, no nos resignamos a hacer las jornadas con escritores invitados, también en forma telemática. Por ese motivo y, atendidas las facilidades del MINCAP, se amplió el plazo de desarrollo del Taller y se esperaron las condiciones para invitar al trabajo con Carlos Alberto Trujillo en forma presencial el jueves 15 de julio. Nada más abrirse el Paso Tres para una parte de Chiloé, se organizó el encuentro en un espacio que nos ofrecía garantías por las condiciones sanitarias requeridas.
Después de los emocionantes saludos (mal que mal llevábamos más de un año sin vernos “en cuerpo presente”) los jóvenes recibieron libros y materiales de trabajo de parte del proyecto. Faltaron algunos por las condiciones pandémicas: instalación temporal en ciudades lejanas, duelo, cambio de lugar de residencia, condiciones que – como sabemos – están marcando nuestros días. Una vez instalados en el Salón del Hotel Ancud, se inició la jornada con la presentación del poeta Carlos Alberto Trujillo, quién hace cuatro años regresó de una larga experiencia académica en Estados Unidos, pero cuyo papel en la formación de jóvenes escritores chilenos marcó los años finales de los años 70 y la década del ochenta. El Taller Aumen, que fundó y dirigió en Chiloé, se convirtió en un espacio de excepción en esos años por el vínculo que mantuvo con otros creadores nacionales y, especialmente, por la forma de trabajo que subrayaba el trabajo colaborativo, lecturas compartidas, revisiones críticas y rigor escritural.
El poeta y profesor detalló su encuentro con la poesía, su experiencia personal en torno a la lectura y la relación que había en ese tiempo con el mundo cultural. Enfatizó la diferencia con el Chiloé de antaño y constantemente reforzó la idea de contrastar las visiones según los tiempos que nos ha tocado vivir y cómo la poesía responde a ello. Después de algo más de una hora, se hizo una pausa para tomar café, estirar las piernas y seguir conversando más informalmente acerca de lo planteado por Carlos Trujillo.
La segunda parte del encuentro se inició con la entrega de una selección de poemas impresos para cada joven y el análisis de algunos (fue tan minucioso que no se avanzó más que en un par de ellos) Se trataron temas tan interesantes como el verso libre versus formas métricas; libertad de creación o apego a normas formales. La jornada finalizó con un ejercicio de escritura a partir de un verso de Miguel Arteche y una línea aportada por Carlos Riquelme, joven del Taller Mistral “Nunca guardo nada”. Se leyeron los textos generados en los acotados minutos que se dieron para trabajar y la sorpresa fue grande por la calidad y profundidad de cada ejercicio.
La jornada finalizó con un almuerzo en el mismo local, donde se intercambiaron opiniones, diálogos, alegría. En la situación extrema que estamos viviendo, esta ocasión de juntarse, hablar de poesía, compartir con los cuerpos materiales de gente que nos une en los afectos, ha sido un paréntesis grato, bueno. La poesía, una vez más, nos salva.
El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz