ARTE EN PANDEMIAFOGÓN CULTURAL

Víctor Cárdenas Piucol – Pintor

Describe brevemente lo que es y ha sido tu trabajo como pintor a lo largo de los años.

Tuve  formación académica en la Universidad, pero pude haberme quedado en eso y ejercer mi profesión como lo hizo la gran mayoría de mis compañeros y como lo hacen mis colegas; quizás no lo hice porque siempre mi norte fue ligarme al arte, especialmente a la pintura Fue así como una vez egresado y de vuelta a Castro me relacioné con un gran artista plástico avecindado acá, Bernardo Olavarría (beca Presidente Frei Montalva a Italia). De él aprendí mucho, sobre todo en color. Mis comienzos fueron con obras de carácter tradicional, ligadas al paisaje chilote, tratando de buscar mi propio color, ya que el dibujo lo dominaba por la formación académica. Lograr el color, tu propio color, es lo difícil. En ello  Bernardo me colaboró mucho; además de la gran admiración que tuve a muy temprana edad por los pintores impresionistas franceses. Hoy estoy trabajando en retratos y con técnicas mixtas, óleos, acrílico, collage. Puedo decir que he crecido mucho, sin embargo, el apetito por el arte no se pierde, siempre está el interés por crear más y más obras, hay proyectos en mente que están en periodo de maduración y algún día se plasmarán en la tela.

Cuenta cómo te iniciaste en la pintura. ¿Cuándo y cómo empezó a gustarte?

Desde muy niño me interesó mucho el dibujo, dibujaba todo, hacía estatuillas en miniaturas con la hoja de afeitar de mi papá en palitos de fósforos; además mis tíos tenían una mueblería-palafito en el barrio Pedro Montt, me pasaba horas haciendo de todo allí, hasta que los aburría y me echaban, jajaja. Tallaba diferentes cosas, como botes, remos, trompos, arreglaba palitos para las hondas, etc. Durante la enseñanza básica en la Escuela Luis Uribe Díaz me hizo clases don Manuel Ojeda, un gran motivador del arte, quien me marcó significativamente. Íbamos a buscar piedra cancagua para hacer estatuillas, algo muy progresista para la época. Mi paso por el Liceo Galvarino Riveros Cárdenas estuvo refrendado por el apoyo de las profesoras Gabriela Mansilla e Iris Riffo. Si bien fueron años en que el adolescente pierde un tanto el norte y la precariedad y limitante de los materiales no daban para seguir explorando, el apoyo y perseverancia de las profesoras mantuvieron mi persistencia e interés por el arte, tanto que al obtener puntaje para ir a la Educación Superior (la educación superior no era una certeza como hoy, sobre todo para nosotros los pobres) mis dos primeras postulaciones fueron carreras ligadas al mundo del arte. Es así que al terminar la enseñanza media me fui a estudiar Pedagogía en Artes al IPROCH (Instituto Profesional de Chillán), que devino  en el transcurso de la dictadura en la Universidad del Bío-Bío. Allí tuve dos grandes maestros, Benjamín Escalona y Luis Guzmán Molina (hoy, artistas de renombre nacional), ambos grandes dibujantes y grandes pintores, muy rigurosos y exigentes, al principio a patás con los cuatros, teníamos que salir a dibujar todos los días “in situ” una tremenda cantidad de bocetos, algo muy agotador. En aquellos años, las carreras de pedagogía se enfocaban mucho en la especialidad, más que en la profesión. Hoy los estudiantes de pedagogía desde el primer día saben que su norte será la enseñanza. Nosotros al final de la carrera nos encontrábamos con el shock, ¡cierto que estoy estudiando para enseñar! Por mucho tiempo nos pensábamos artistas. De tal forma que en las postrimerías de la carrera no te podías echar pa’trás; además tus padres no te lo perdonarían porque habían hecho un tremendo esfuerzo.

¿De qué manera ha afectado la pandemia tu vida normal y tu trabajo artístico?

No me ha afectado tanto, quizás en eso no hemos sido muy golpeados ya que el arte se puede fomentar por el mundo virtual, además  el trabajo educacional se hace desde la casa-taller y ya no hay traslados así que ese tiempo se lo puedes dedicar a la pintura. De hecho, eso es lo que estoy haciendo. Nunca antes había trabajado tanto, además que te surgen pedidos, a veces debes priorizar algunos por gusto y no por “lucas”; no siempre son muy bien remunerados, pero son un aliciente para mantenerse activo. Son muy pocos los artistas vivos que pueden decir “yo vivo del arte”.

Describe cómo son tus días en este tiempo de coronavirus. ¿Pintas, dibujas,  te comunicas con otros pintores o artistas gráficos?

Hoy estoy haciendo encargos, he participado de algunos conversatorios virtuales con otros artistas. En la medida que se puede nos hemos juntado con los aforos correspondientes. Se echan de menos las exposiciones y visitas a centros culturales o galerías de arte. Después que terminan mis clases virtuales con mis estudiantes me aboco al dibujo, la pintura y la lectura, camino en lo posible y troto, tengo un pequeño espacio, taller podríamos decirle, siempre se aspira a ampliarlo, será que los pintores somos cachureros. Cuando estoy haciendo una obra me llena la mente, sobre todo si hay elementos de la composición que no puedo resolver o del color que no puedo lograr. Las pinturas te ocupan la mente a tal punto que sueñas con ellas.

¿Crees que cambiará algo el ambiente y el desarrollo de la actividad artística en Chiloé cuando volvamos a la normalidad? ¿De qué manera?

La forma de relacionarnos ya cambió, pero como dice el viejo dicho popular “cada loco con su tema”, yo seguiré en lo mío, además, el arte es una coyuntura primaria, subjetiva, pero no se crea que es una isla, siempre nos nutrimos de nuestro entorno y Chiloé es una fuente constante de inspiración. La pandemia dará la posibilidad a la expresión vía instalación, “arte” efímero, ya se están viendo “obras” al respecto. El tiempo dirá como ha influido la pandemia en la sicología del artista, siempre y cuando lo que se haga no sea chabacano. Hoy, el anti-arte se ha posicionado de tal manera que la estética está en vía de extinción.

¿Cuáles son tus pintores favoritos? ¿Por qué?

Hay varios, pero destacaría a Camille Pissarro, Joaquín Sorolla, Ressendi, H.R.  Giger y Lucian Freud porque tienen una paleta de gran calidad, sobre todo los impresionistas (Pissarro,Sorolla), luz, espontaneidad; honestidad (Freud),  habilidad en el dibujo (Ressendi, Giger), apunte rápido lleno de  destreza y la creatividad (Giger). El último pintor de trascendencia universal, es para mí Freud por su perseverancia en una temática, el cuerpo humano, alejado de los cánones que nos presentaban Goya y todos los clásicos. Sin duda, la expresividad y “vulgaridad” de su temática nos entrega matices, textura de la piel, siendo un notable  aporte para la pintura de nuestro tiempo tan vilipendiada por quienes postulan que tirar color a la tela con cierto equilibrio y en 15 minutos es arte.

El Arte en Tiempo de Pandemia: Dr. Carlos Trujillo

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