Edward Rojas Vega – Arquitecto Collagista
Describe brevemente lo que es y lo que ha sido tu trabajo como collagista.
Para mí un collage es una composición visual realizada de manera análoga o digital, que fusiona o amalgama imágenes provenientes de contextos u orígenes diversos para crear o recrear nuevas imágenes, nuevos contextos o nuevos imaginarios.
Marc Ernst señalaba que: “es algo así como la alquimia de la imagen visual. El milagro de la trasfiguración total de los seres y los objetos tanto si modifican o no su aspecto físico y anatómico.” Alquimia de la imagen que hace posible amalgamar lo nuevo y lo viejo, lo vernacular con lo contemporáneo, lo propio con lo ajeno, el tiempo histórico y el cósmico.
El collage es, sin dudas, un ejercicio creativo que no está sujeto a normas tradicionales o clásicas de composición. Por lo mismo, él nos permite una exploración estética que puede fundir un auto con un gato como lo hacía en sus maravillosos dibujos el maestro Germán Arestizábal allá en los ochenta.
Esto me ha permitido explorar con entornos e imágenes arquitectónicas, fantaseando qué pasaría- en términos patrimoniales por ejemplo- si construyéramos la Ville Savoie de Le Corbusier en la Plaza de San Marcos de Venecia o cruzáramos en el paisaje la Iglesia de Castro con el Duomo de Florencia, o imagináramos el MAC de Niteroi de Niemeyer construido en la Isla de Lin Lin. O si la blonda Marilyn Monroe viviera en Chiloé.
Cuenta cómo te iniciaste en esta técnica artística. ¿Cuándo y cómo empezó a interesarte?
Cuando niño, me gustaba recortar de las revistas Vea y Zig Zag, imágenes de personas, muebles, radios, sombreros y envases de Cocoa peptonizada RAFF, impresas con tinta sepia, verde, naranja o negra, las que montaba en el interior de una caja de zapatos. En una de sus caras, abría una ventana para mirar ese interior y ver las escenas que se formaban con las imágenes a distintas escalas, expuestas a la luz del sol vertical del medio día, allá en la Mina Vieja, en plena la cordillera del Desierto de Atacama.
Años más tarde, en la primavera del año 1968, en la Quinta Normal, quedé alucinado al ver los cuadros “El falso espejo” de Magritte, “La sensación de transformarse” de Dalí y “La naturaleza al amanecer” de Ernst, en la inolvidable exposición “De Cezanne a Miró”. Por la cual me hice adicto al surrealismo y al arte pop.
Dicha adicción se acrecentó a comienzso de los 70 cuando conocí a mi querido amigo y maestro Germán Arestizábal y sus dibujos de Valparaíso, realizados con la técnica del frottage e iluminados con lápices de colores, en cuyos cielos volaban caballos convertidos en locomotoras y donde las cáscaras de sandías eran barcos flotando en la bahía frente a las blancas torres gemelas.
Hace más de 40 años, recién llegado a la isla de Chiloé, compuse mis primeros collages que llamé “fotosíntesis”. Eran fotocopias recortadas, montadas, pegadas y vueltas a fotocopiar en un buen papel e iluminadas con lápices de colores, emulando con imágenes chilotas, la estética surrealista y sudaca de Germán Arestizábal. Luego me di cuenta que era más inmediato recortar directamente las imágenes que me interesaba fundir, las que estaban impresas en papeles diferentes, con texturas distintas e impresiones diversas, donde, sin duda, la calidad de ellas es fundamental para preservar las imágenes que están pensadas para estar guardadas en libro y que son expuestas a la luz. Entonces recorro librerías de viejo y compro libros usados con magníficas imágenes que rescato de las páginas en las que estaban prisioneras.
¿De qué manera ha afectado tu vida normal y tu trabajo creativo la pandemia?
El confinamiento de la pandemia ha implicado, por un lado, que todo mi equipo esté con teletrabajo, por lo tanto, trabajo solo en mi taller, lo que me ha dado tiempo para revisar mis archivos en los que me encontré con un par de originales de esos collages armados con recortes de fotocopias, antes de imprimir y colorear. En ellos buscaba componer “escenas costumbristas” asociadas a una arquitectura rural chilota, hecha de una vernácula arquitectura arropada con tejuelas.
Se me ocurrió realizar una nueva composición que buscara lo mismo, pero con la experiencia técnica de todo lo recortado y pegado en cuatro décadas; esta vez con imágenes liberadas de libros con impresiones de gran calidad y papeles exquisitos.
Soy un convencido de que al igual que para hacer tortillas hay que romper huevos, para hacer collages hay que recortar libros, lo que tiene el doble placer de sentir y escuchar el sonido casi imperceptible del corte del filo del bisturí en el doble gramaje del papel couché, y el de liberar imágenes, que al estar impresas y atrapadas en las hojas de un libro, están como prisioneras y, por lo mismo, nadie las aprecia.
El resultado fueron 3 collages de gran formato, que expuse este verano en el CAMM Centro Cultural Molino Machmar de Puerto Varas, en una gran exposición llamada “Obsesión”, compuesta de 101 collages análogos que pude preparar y organizar gracias al tiempo que me permitió el confinamiento. Lamentablemente, esta exposición la vio muy poca gente a causa de la pandemia que pasó a Fase 1 a la ciudad durante todo el mes de enero y parte de febrero. ¡Nada que hacer! ¡Así es la vida!
Describe cómo son tus días en este tiempo de coronavirus. ¿Te dedicas a hacer collages? ¿Dibujas? ¿Te comunicas con otros artistas visuales?
Mi rutina de trabajo no ha cambiado tanto ya que mi oficina de arquitectura está casi al lado de mi casa. Ahí cumplo rigurosamente mis 8 horas diarias de trabajo durante 5 días. El gran cambio es que lo hago solo, en una oficina en la que a veces trabajan más de 10 personas. Afortunadamente, a pesar de la pandemia, seguimos desarrollando los proyectos de arquitectura en formato de Taller digital y a través de la plataforma zoom, que nos permite reunirnos como equipo, todos los días a las 9 de la mañana, para programar el trabajo y revisar -compartiendo pantalla- el avance de cada uno.
En medio de los proyectos de arquitectura, desarrollo unidades o series de collages análogos o digitales, que tocan mis temas recurrentes, cruzados por la pandemia o el estallido social, algunos de los cuales comparto en mi cuenta de Instagram. Uno de los últimos fue un collage digital de la estatua de la Marilyn en la base ecuestre de la Plaza de la Dignidad. Además de mantener contacto con jóvenes artistas del collage con quienes nos vamos retroalimentando, también fui invitado a dictar un taller de collages online: COLLAGE LAB. 5.
¿Crees que cambiará algo el ambiente y el desarrollo de la actividad artística en Chiloé cuando volvamos a la normalidad?
Yo creo que la actividad artística ya cambió. La enorme posibilidad que entregan las redes sociales y la internet para dar a conocer una obra local que tiene interés universal y al mismo tiempo conocer la creación universal para alimentar la creatividad local, es algo que era imposible hace sólo unos años.
Un ejemplo es la Galería Quarentena de Valdivia, creada a propósito de la pandemia y dirigida por de Rodrigo Torres, quien me invitó el año pasado a exponer en su primer ciclo virtual, en el cual participamos un grupo de artistas de Chile y México. A solo un año de creada, ha reunido a más de 230 artistas de todo el mundo y va en su 12º Ciclo.
Esta relevante fertilización cruzada que el uso de las redes ha permitido y que la pandemia ha normalizado, estoy seguro que se expresará de manera creativa en el trabajo de los artistas cuando la vida vuelva a ser presencial y regresemos a esa normalidad otra, que nos dejará la pandemia.
El propio Museo de Arte Moderno MAM Chiloé, en términos espaciales lo estamos interviniendo para que las visitas consideren desde ya y para siempre los resguardos sanitarios.
¿Quiénes son tus pintores y collagistas favoritos?
Mis artistas preferidos son locales: José Triviño y Guillermo Grez y, por supuesto, el maestro Germán Arestizábal (quien, lamentablemente, acaba de fallecer), de quienes tengo bellas obras que me acompañan en mi casa y en mi taller. De los artistas internacionales me interesa Magritte. Y en cuanto a los creadores de collages, aparte de Mark Ernst, me interesan muchos artistas que a través de su obsesiones van abriendo camino en una creatividad sin límites, los hay quienes hacen collages solo con billetes, creando obras solo con la estética y los dibujos de billetes de múltiples países. Hace poco descubrí una collagista norteamericana que funde cuerpos en posiciones eróticas con arquitectura, lo que nos habla de que el collage es una técnica que cada día tiene más adeptos y cultores , sobre todo en la gente joven.
Cada vez que reviso mi cuenta de INSTAGRAM (edwardrojascollages), me sorprendo por las múltiples e increíbles creaciones que realizan los artistas que sigo y que me siguen en distintas partes del mundo, y por lo mismo me atrevería a decir que el collage es la técnica artística predilecta del siglo XXI. Conozco una joven artista millenial que están explorando con realidad virtual y realizando composición de collages 3D. Esto es, haciendo realidad lo que siempre soñé hacer: collages con hologramas.
El Arte en Tiempo de Pandemia: Dr. Carlos Trujillo