Constanza Gutiérrez – Narradora

Describe brevemente lo que es y ha sido tu trabajo como narradora.
Empecé a escribir cuando tenía 7 años, en Castro, principalmente porque mi hermano mayor lo hacía, pero podríamos empezar a considerarlo trabajo desde que tenía 21, cuando recibí plata por lo escrito por primera vez: mandé un cuento al concurso de escritura para jóvenes del Consejo de la Cultura, el Roberto Bolaño, y gané. Entonces pensé que quizás no estaba tan perdida y podía seguir. A los 24 escribí una novelita llamada Incompetentes y la envié a todas las editoriales que encontré, contándoles que había ganado ese premio y pidiéndoles que leyeran mi manuscrito. Después de eso he publicado dos volúmenes de cuentos: Terriers (por el que me dieron el Premio Municipal de Santiago y fui finalista del Hispanoamericano de cuento Gabriel García Márquez) y Pelusa Baby, el que acaba de salir.
Cuenta cómo te iniciaste en la escritura. ¿Cuándo y cómo empezó a gustarte?
Mi mamá y mi papá leen mucho, mi papá estudió Castellano. En mi casa estaba bien visto leer y escribir y con mi hermano hablábamos mucho sobre el tema, porque él ya había leído los clásicos infantiles que yo recién estaba conociendo, y los comentábamos. Me recomendaba con cual seguir y así. Cuando yo tenía como 7 u 8 años, él me dijo que Papelucho era un diario de vida real, escrito por un niño, así que pensé que yo también podía publicar un libro y empecé a escribirlo. Era una copia de Papelucho.
¿De qué manera ha afectado la pandemia tu vida normal y tu trabajo creativo?
Trabajo corrigiendo manuscritos de libros y desde antes de la pandemia, cuando las librerías cerraron durante el estallido social, las impresiones de libros nacionales menguaron mucho, así que mi trabajo también disminuyó. Pero siempre cae algo. Respecto de mi trabajo creativo, me era muy difícil escribir al principio de las cuarentenas, me ponía muy ansiosa la incertidumbre y así es difícil trabajar, pero con los meses me he ido acostumbrando y he logrado abstraerme. Escribí Pelusa Baby en pandemia, a fines del año pasado.
Describe cómo son tus días en este tiempo de coronavirus. ¿Escribes, no escribes? ¿Lees, qué lees, a qué hora?
En general, me despierto a las 6 de la mañana (a veces a las 5, pero eso no lo planeo, solo sucede), hago una cafetera y me siento a escribir hasta las 8. Si estoy embalada y no tengo otra pega, puedo seguir toda la mañana, pero a veces no se me ocurre nada desde el primer momento y utilizo esas horas de la madrugada para leer. La mayoría sí escribo, pero a las 8 ya se me acaba el ingenio o la concentración y entonces comienzo “mi día real”: elongo, hago aseo, me ducho, respondo mails, trabajo en encargos remunerados, voy al supermercado o lo que sea que haya que hacer. Después de eso puedo hacer lo que quiera que casi siempre es leer, caminar, andar en bici o chatear con alguna amiga.
¿Crees que cambiará algo el ambiente y el desarrollo de la actividad literaria en Chile cuando volvamos a la normalidad? ¿De qué manera?
Creo que sí cambiará, pero es tan curioso cómo se desenvuelven las cosas y todo está en tal estado que no me atrevería a especular nada. No tengo idea de qué va a pasar; ojalá todo salga bien.
¿Qué lecturas y autores/as has retomado? ¿Qué aconsejarías leer en estos días?
Por estos días estoy leyendo la novela Bella del señor, de Albert Cohen, y un libro de ensayos de Valerie Steele llamado Fashion Theory: hacia una teoría cultural de la moda. Aconsejaría leer sobre el tema que a uno más le guste, porque si no no hay manera de concentrarse ni de distraerse de la contingencia. Cuando no quiero leer literatura, leo ensayos o historias sobre la moda o géneros musicales, eso es lo que más me gusta. Cada uno sabrá qué es lo que le interesa: yo les recomiendo leer eso.
El Arte en Tiempo de Pandemia: Dr. Carlos Trujillo