Describe brevemente lo que es y ha sido tu trabajo como pianista.
El camino de la música para mi comenzó a escribirse cuando tenía 10 años, en mi ciudad natal de Castro, Chiloé. Desde ese momento formé parte de grupos instrumentales y coros de mi querida Escuela Luis Uribe Díaz y, posteriormente, del Liceo Galvarino Riveros. El 2007 partí a Puerto Montt a estudiar Pedagogía en Música en la Universidad de los Lagos, y vivir en el continente me abrió la posibilidad de conocer a grandes amigos músicos con quienes comparto hasta el día de hoy este arte maravilloso. Formé parte de las agrupaciones Banda El Gremio, Cuarto Aguacero, Emilia Díaz Grupo, Banda Máwen, Banda Trifulka. Gracias al trabajo constante y con un alto sentido de pertenencia y rescate a nuestra música tuve la oportunidad de recorrer otros países como Estados Unidos, Canadá, México, Colombia, Argentina, y muchas ciudades y lugares de Chile. Actualmente, y radicado nuevamente en la Isla de Chiloé, me desempeño como encargado Pedagógico de Cecrea Castro, que es un programa que promueve el derecho a imaginar y crear de Niñas, Niños y Jóvenes de la Región de los Lagos, y sigo trabajando fuertemente en el rescate de nuestros ritmos y folclore, pero mirados desde la contemporaneidad, entendiendo que la cultura tiene un carácter transformador y que mi mirada como artista insular tiene influencias y matices diferentes. Actualmente colaboro en la producción musical de Zepe & Raíces, Pastora Alfonsina, Horacio Rebolledo & El Tripulao, y en este momento, un tanto incentivado por la pandemia, comienzo a gestar lo que será un proyecto musical personal junto a destacados músicos de Chiloé.
Cuenta cómo te iniciaste en la música. ¿Cuándo y cómo empezó a gustarte?
Me inicié en la Música en la Iglesia Evangélica. Desde muy pequeño tuve la oportunidad de acceder a escuchar y, por sobre todo, ver a músicos e instrumentos en cada reunión semanal. Desde ahí me llamó profundamente la atención un instrumento en particular, el piano, que me encantaba por su sonoridad. Mi tío Jorge, quien era uno de los músicos de la iglesia, junto a mis padres, quienes participaban en el Coro, me incentivaron de a poco a interiorizarme en el instrumento. Cuando tenía 10 años, mis padres decidieron hacer un gran esfuerzo económico para que pudiera acceder a recibir clases de piano y llegamos a la casa de un reconocido músico castreño, Robinson Triviño, más conocido como “Tata” Triviño. Desde ese día todo cambió para mí, porque no sólo tenía a un profesor que me hacía clases sino, más bien, a un amigo que me entregó todo su conocimiento, canalizó toda mi energía y mi entrega, y en muchas ocasiones las clases de una hora, se alargaban a dos y más horas. Aprendí mis primeros acordes, aprendí a leer música, aprendí un lenguaje nuevo y una forma de comunicarme que me hacía mucho sentido. Podía pasar tres o cuatro horas sentado en mi casa practicando. Mientras mis hermanos y amigos jugaban y hacían otras cosas “más entretenidas”, yo me abalanzaba a pasos agigantados a lo mío para entender en profundidad la música, pues en ella encontraba descanso, alegría, satisfacción y creación.
¿De qué manera ha afectado la pandemia tu vida normal y tu trabajo en la música?
Sin duda que ha alterado nuestras vidas. No es fácil adecuarse al distanciamiento social sobre todo, y justamente después de lo que vivimos como país el 18 de octubre del 2020, nunca vi tal nivel de amistad, fraternidad y alegría en las calles. La pandemia ha sido un cachetazo a toda esa esperanza en vías de un mundo mejor. No poder ver, ni juntarse con los amigos, ni con los compañeros de la música, que son espacios únicos de refugio, muy necesarios para la co-creación y el desarrollo personal de los artistas. La industria musical y cultural, en general, ha sido uno de los sectores más dañados por la pandemia, y es una pena ver a los compañeros vendiendo sus instrumentos para parar la olla. Nunca avanzamos como país en derechos sociales para los artistas, que es un tema tan profundo y muy necesario de considerar para este nuevo proceso constituyente.
Describe cómo son tus días en este tiempo de coronavirus. ¿Tocas? ¿Ensayas? ¿Compones? ¿Te comunicas con otros músicos?
Mucha música, las 24 horas del día. En mi casa, con mi pareja y mi hijo, vivimos y respiramos música. He pasado mis días principalmente enfocado en mi trabajo como encargado pedagógico del programa Cecrea y componiendo música, grabando en mi home estudio, haciendo maquetas de música y videos, grabando con otros amigos en Puerto Montt; acá mismo, grabando dos discos de música chilota. Digamos que me las he buscado por seguir creando y la tecnología lo permite.
¿Crees que cambiará algo el ambiente y el desarrollo de la actividad musical en Chiloé cuando volvamos a la normalidad? ¿De qué manera?
Creo que las cosas cambiaron para siempre y que difícilmente volveremos a vivir la vida como la vivíamos antes de la pandemia. El ambiente y el desarrollo del arte, en general, se han visto alterados. Mayormente en territorios como el de Chiloé, donde el floclore se vive en el día a día, pero confío en la mirada de nuestros creadores y artistas para lograr encontrar las formas pertinentes de mantener la creación como un proceso constante, surgente y fuertemente identitario. Confío por sobre todo en los niños y en los jóvenes, veo en ellos una fuerza y una manera distintas de querer hacer las cosas por este territorio.
¿Qué música escuchas y a qué compositores, cantantes o grupos aconsejarías escuchar en estos días?
Me encantan la música latinoamericana, el jazz y la fusión de los ritmos, pero tengo un cariño especial por la música chilena y me fascina la música de los creadores de nuestro amado Sur. En ese mismo sentido les invitaría a escuchar a un amigo de La Unión que me tiene gratamente sorprendido. Me refiero a Francisco Manzano, cantautor. Desde Lonquimay Nico Michel, es otro creador que me sorprendió hace un par de años y los invito a escuchar sus letras. También conocí a Gabilú, una artista única que está radicada en Ancud, con un sentido de musicalidad muy particular en sus creaciones. Y si de influencias mundiales o más globales hablamos no dejen de escuchar a Bill Evans, Lili Meys, Claude Debussy, Violeta Parra y Víctor Jara.
El Arte en Tiempo de Pandemia: Dr. Carlos Trujillo