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PERSONAJES ENJUNDIOSOS: Juan Sarrat y Frígola, Egregio docente del Liceo de Castro

Textos de Miguel Jiménez Colin.

Miguel Jiménes C.
17 de enero de 2021

Don Juan, como era llamado por quienes fuimos sus alumnos, fue un profesor que destacó por su afabilidad, rectitud, honestidad y sentido de justicia; de trato un tanto distante revestido de ese toque de seriedad que le era característico. De conductas predecibles y rutinarias en el cotidiano quehacer y con natural acento peninsular, que marcaba diferencia.

Don Juan nace en Cataluña, en Saint Felioux de Guixols, el 2 de agosto de 1902. Hijo de Josep Serrat, nacido en Gerona (noreste de Barcelona) y de Rosa Frígola, oriunda de la localidad de San Juan de Villaquer. Al parecer por error de transcripción en la inscripción del acta de nacimiento del pequeño Juan, que llegó a Santiago (1911) con tan sólo nueve años, su apellido quedó registrado como SARRAT.

Don Juan realizó sus estudios primarios y secundarios en Santiago, egresando del prestigioso Instituto Nacional. Estudió Derecho por un tiempo para optar más tarde por la Pedagogía. Obtuvo el título de Profesor de Estado en Matemáticas y Física en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.

Don Juan llega a Castro procedente de Puerto Montt y se estima que podría haber sido en 1928, año en que se crea el Liceo de Castro (9 de julio), por traslado del Liceo de Niñas de Ancud a la ciudad que hoy es capital de Chiloé, por petición del presidente don Carlos Ibañez del Campo ante el Ministerio de Educación, sin cambiar la denominación de género.

En Castro, don Juan ya incorporado al cuerpo docente del liceo castreño -con el pasar del tiempo- se enamora de una de sus alumnas. Su nombre: Gladys Nielsen Vaccaro, nacida en Castro el 13 de mayo de 1919, con quien se casa finalmente en 1934 en la misma ciudad. Era hija de don Oluf Nielsen Larsen y de doña Herminia Vaccaro Vaccarezza, familia residente castreña. El hijo primogénito, José Andersen (1933-1938), nacido en Santiago, fallece prontamente de un cuadro respiratorio severo, con tan sólo cinco años de edad. Luego llegan ocho hijos, curiosamente programados, cada dos años: – Gladys Herminia (1936-2017), Profesora de Estado de Biología y Ciencias Naturales, Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, Santiago y dueña de la importadora “Casa Gladys” de Castro entre los ‘60 y ‘70; – Juan Nils, “Caito” (1938), Ingeniero Civil en Hidráulica, Universidad de Chile, Santiago; – Winston Ricardo, “Chochi” (1940-2019), Licenciado en Humanidades, especialista en Mecánica Automotríz y Motocicletas, y Transportista en Castro; – Franklin Pelayo (1942-2019), funcionario ejecutivo del Banco Central de Chile (Coyhaique y Santiago) y Abogado, Universidad de Chile, Santiago y Juez de Policía Local de Chonchi; – Edwin Yens, “Magua” (1944-2013), Licenciado en Humanidades y dueño de la Empresa Constructora “Puerto Octay” de Puerto Montt; – Lérida María (1946), Licenciada en Humanidades, funcionaria de la Notaría de Castro y concesionaria (junto con su esposo, René Nannig Winckler) del Club Alemán de Osorno (1990-2000); – Francisco Fernando, “Chulo” (1948), Licenciado en Humanidades y especialista en Mueblería; y Nury Verónica (1950), Licenciada en Humanidades, Reina de la Primavera de Castro en 1970, con el patrocinio del Club Deportivo “La Estrella”, de la misma ciudad. Sus hijos le entregaron un significativo número de nietos; y éstos, un ramillete de bisnietos.

Don Juan fue un docente casi vitalicio del Liceo de Castro, hoy denominado “Galvarino Riveros Cárdenas”, ejerciendo como profesor de Matemáticas y de Física para el alumnado mixto del segundo ciclo del sistema educativo de aquellos tiempos. Don Juan fue del mismo modo docente y director del Liceo Vespertino de Castro creado en los ‘70, destinado a adultos que requerían completar sus estudios secundarios. Su gran sueño incumplido: un Teatro para la Cultura, pero no fue escuchado por las autoridades, ni obtuvo los fondos para ello.

Don Juan hacía gala de una peculiar forma de calificar a sus alumnos. Vale recordar en sus clases las habituales, esperadas y reiteradas “llamadas al pizarrón”: quien no atinaba… era calificado irremediablemente con nota 1.0 e invitado a tomar asiento; quien llegaba a tropezones al final del ejercicio en cuestión, recibía un 3.0 por nota; y quien llegaba a la resolucón del problema, recibía por calificación un 5.0. Esas eran las calificaciones obtenidas, no las había intermedias. Para el 7.0 había que demostrar ser brillante.

Ahora bien, quién no recuerda los cotidianos y rutinarios paseos en las tardes citadinas en la plaza de Castro, -bien vestido y según la estación, con abrigo, bufanda y sombrero-, por aproximadamente media hora, antes de retornar a su residencia de calle Aldunate. Como no recordar también el ingreso de don Juan al cine “Rex”, en la función vespertina, en su calidad de censor de la filmografía exhibida en Castro. Su asiento habitual en la sala era el de punta y banca, en el bloque central de butacas junto al pasillo del costado derecho de la platea. Siempre solo… y una vez finalizada la película se retiraba con aquella prestancia que le era muy suya.

Don Juan fallece en Castro el 29 de noviembre de 1964, con tan solo 62 años de edad. Su deceso fue repentino e inesperado, producto de un accidente cerebro vascular. Tuvo un gran funeral al más puro estilo chilote, con sentidas manifestaciones de cariño por parte de la comunidad castreña y liceana. Fue velado en su querido liceo y el coro del establecimiento lo despidió con la emotiva interpretación del “Adiós”.

Quiso el destino que fuera despedido también por la banda de guerra de un buque de la Armada Nacional que se encontraba surto en la bahía. Por haber sido profesor de la Escuela de Pilotines de la Armada de Chile en Puerto Montt y en reconocimiento a su abnegada labor docente en la institución, el capitán del navío hizo entrega a la familia de una placa recordatoria, que fue colocada en su sepultura. Con posterioridad, la I. Municipalidad de Castro le homenajea y lo recuerda colocando su nombre a una de las calles del sector alto de la ciudad: “Profesor Juan Sarrat”.

Don Juan, es hoy recordado por quienes fuimos sus alumnos y el estamento docente del liceo, como un profesor que sobresalió por su rectitud y principios, que trascendieron a su persona.

NOTA: El artículo se logró gracias a la gentil colaboración de Lérida Sarrat Nielsen.

Embajador Cultural: Miguel Jiménez C.

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