FOGÓN CULTURALGUARDIÁN DEL MITO

Pido la palabra. Pía Barros teje relatos en pandemia

Textos de Rosabetty Muñoz.

Lo primero que atrae de este libro es la hermosa portada, en ella reconocemos un ícono de este último año: la estatua de Manuel Baquedano que preside la ex Plaza Italia, hoy llamada por los ciudadanos, Plaza de la Dignidad. La enorme figura a caballo ha sido intervenida tantas veces desde octubre de 2019 que ha logrado representar varios de los sentidos que arrastra la revuelta: la necesidad de replantear nuestro pacto social empezando por cuestionar las figuras de autoridad y su emplazamiento en el imaginario nacional; la revisión de los valores que nos representan en el Chile de hoy; la festiva apropiación del espacio público por una cultura popular llena de colores y la legitimación de otros personajes, otras palabras, otras miradas, tanto tiempo relegadas a espacios marginales.

La portada recoge una imagen que podría ser brutal en tanto la muestra poblada de ojos, los ojos que sabemos vaciados por la represión policial, pero de ellos nacen hebras, lana de color que servirán para tejer otros modos de ser chileno. Se teje la memoria, se tejen sueños. Sé que el precioso trabajo fue realizado por la hija de Pía Barros, Abril Montealegre y se llama “El costo de la dignidad 2020” Es una obra hecha en tul de colores, cosido a mano.

Aunque uno está preparado – por la portada – a la atmósfera de los breves relatos, es fuerte el impacto de la visión apocalíptica que nos recibe. La primera sección, Vertical, muestra una ciudad devastada donde los vecinos hambrientos viven vigilantes, donde la muerte se vuelve un ejercicio cotidiano y vulgar, los cadáveres se dejan en las veredas, los niños son arrancados de los brazos de las madres, los personajes de afuera andan con ropa de protección y los de adentro son como enemigos. Son todas imágenes algo extremas, pero nos asaltan cada tanto por el miedo a esta peste con la que hemos convivido un año de excesos. Alegría, miedo, esperanza, desesperación. Duelo.

Las siguientes secciones van armando el tramado de la memoria, de las rebeldías, de las militancias. Hay relatos que afirman convicciones antiguas, hay otros donde directamente se relata el sentido de la escritura. Hay diálogos con autores amigos, escenas de vida que recuerdan un Chile que ha sufrido demasiado pero que tiene la oportunidad de abrir otras puertas.

Pía Barros asume la literatura como otra trinchera y desde allí nos dispara estos cuentos, fuertes para reaccionar. La palabra no puede permitirse ensoñación, parece decir, no ahora.

Pía Barros

(Melipilla, 1956)  se declara «feminista a mucha honra»,​ ha destacado en el cuento, aunque también ha escrito algunas novelas. Además, ha publicado una treintena de libros-objeto con material literario ilustrado por destacados artistas gráficos chilenos, lo que le ha valido la obtención del Fondart en dos oportunidades. Obtuvo también la beca de la Fundación Andes, con la que escribió la primera novela de difusión digital en Chile, Lo que ya nos encontró, y la del Escritor, del Consejo Nacional del Libro y la Lectura.

Sus cuentos han sido publicados en más de treinta antologías, tanto de Chile, como de AlemaniaCosta RicaEcuadorEstados Unidos (algunos traducidos por Martha Manier, Diane Russell, Analisa Taylor, Amanda Powell, JacqulineNanfito, ReshaCardone y Jane Griffin), FranciaItaliaRusiaVenezuela, entre otros.

Algunos de sus libros son:

Miedos transitorios; A horcajadas; El tono menor del deseo, novela; Astride, novela; Signos bajo la piel; Ropa usada, cuentos; Lo que ya nos encontró, novela digital; Los que sobran, cuentos ; Llamadas perdidas, minificciones; La Grandmother y otros, cuentos; El lugar del otro, cuentos; Las tristes, cuentos.

Dirige los talleres literarios Ergo Sum desde 1976; también es directora de Ediciones Asterión.

Pido la palabra: Feministrónomo

¿Me dice que eso no es feminista? Perdone que

Interrumpa, compañera, pero no sé qué la hace

Creer que sus sueños son mejores que los míos.

Su feminismo tiene palabras bonitas y enredadas

que nosotras las pobres no entendemos, aquí en

el barrio o en el campo, de donde muchas venimos.

No hablamos así, compañera, pero igual latimos mujeres.

Ni el patrón ni usté ni nadie me

va a decir a mí la forma que tienen que adoptar

mis sueños.

El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz

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