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¿Por qué nos gustan tanto las crónicas? Acerca de El Pejerrey

Textos de Rosabetty Muñoz.

De un tiempo a esta parte he estado buscando la crónica como antes perseguía narrativa. Nuevas voces, otros lugares, nuevos sujetos que son asediados o apenas boceteados en textos breves. En lo personal, me acerco a la crónica como a libros de imágenes, instantáneas ahora que estamos saturados de fotografías y pasan por las pantallas sin dejar huella.

 Pocas veces defraudan los que han decidido recortar momentos de su experiencia esquivando hábilmente lo biográfico como base granítica del edificio. Gabriel Zanetti, por ejemplo, en este breve libro nos presenta a su abuelo como al pasar; también a otros miembros de su familia, pero más poderosos son los peces, o la lluvia, o sus disquisiciones acerca de la melancolía. Se nos dice, en la definición del género (si existe como tal) que su diferencia está en que posee un espacio, un tiempo y unos personajes que son reales; personajes que habitan la ciudad. ¿Qué les da esa realidad una vez plantados en la página? Como en otros escritos, creo que se inventa a partir de un intento por reconstruir la memoria. Como experiencia personal, cada vez que nos juntamos (o cuando podíamos hacerlo en el pretérito del año pasado) con los hermanos en los almuerzos dominicales, una misma anécdota tenía tantas versiones como comensales presentes.Algunos episodios me parecen tan lejanos como si hubieran sucedido en otra casa, con otras personas, tan diversos son los detalles, tan extrañas las percepciones de cada uno.

 Me gusta pensar que cuando se recuerda, uno tira de un hilo y va haciendo aparecer, alrededor de ese delgado material una y otra imagen para darle carne, sangre, vitalidad. No sé si lo que se consigue está más o menos apegado a lo que realmente fue, pero sin duda es mejor aquello que logra hacernos ver y sentir como si hubiera sucedido.

Gabriel Zanetti, nos ofrece en estas Crónicas de Temporada, una veintena de escritos que me atraen poderosamente aunque no tenemos mucho en común. Ni me molesta la posibilidad de un invierno eterno, ni me gusta el fútbol o la pesca. No son los temas, entonces ¿es el tono? Una voz leve, sin estridencias, que deja fluir los pequeños acontecimientos como si la mayor parte de la vida fuera esto: una sucesión de días con su trajín cansino, amable o desagradable, pero en tono menor.

La crónica que da nombre al libro nos aleja de la gran urbe, hacia un destino bucólico que se va desdibujando como tal en el camino. El narrador no puede dejar de ver el óxido en la maquinaria, la pobreza, el deterioro; planean varios, parten pocos. Como tantas veces en la vida, nada se parece a lo que se armó en el territorio del deseo, sin embargo, la belleza aparece cuando se entrega a la sencillez de consumir la pesca obtenida y mirar el fragmento de mundo en su esplendor. ”La vida no es más que una quimera/  una ilusión, un sueño sin orillas / una pequeña nube pasajera” repito con el Parra de los Poemas.

Frente a los enormes acontecimientos de este tiempo, a los temibles días de futuro tan incierto, estas breves señas de un mundo que también ha sido, son como fuentes de agua fresca.

El pejerrey

Gabriel Zanetti

Editorial Aparte, Colección  Terrapuertos, 2020

Gabriel Zanetti (Santiago, 1983).

Ha publicado Cordón umbilical (2008) y es coautor de Prohibiciones y títulos (2015). Es uno de los fundadores de www.revistalecturas.cl y Lecturas Ediciones.  Trabaja como editor y profesor de escritura.

“A pesar de que me declaro en contra de la inutilidad – con esto me refiero a los casos típicos de personas que no saben manejar, cocinar, encontrar trabajos – cada día me cuesta más hallarle la mano a esta ciudad. A veces pienso que soy yo quien ha bajado los brazos y otras, las más, que este lugar ha cambiado demasiado. Es como no tener formación ciudadana, porque me eduqué, como tantos, en un Santiago noventero: más una provincia con aspiraciones de ciudad que lo que se entiende por urbe. Ahora la cosa es en serio: muchas líneas de metro, inmigrantes y turistas, rascacielos, automóviles deportivos circulando, exceso de prohibiciones, planes de contingencia, ratones y guarenes por todas partes producto de las demoliciones para construir edificios.”

                                 (fragmento de Vivir en Santiago, página 39)

El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz

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