FOGÓN CULTURALGUARDIÁN DEL MITO

Galería de ¿rústicos? ¿escribanos?

Textos de Rosabetty Muñoz.

Arresten al santiaguino es un libro atractivo, intenso, a ratos inquietante, porque nos enfrenta a seres humanos bien contados que estuvieron, como nosotros levantando la bandera regional pero terminaron en una profunda soledad,alejados del reconocimiento, olvidados.En los 45 perfiles de escritores que nacieron y desarrollaron la mayor parte de sus escritos en regiones, encontramos poetas (la mayoría) narradores, cronistas; varios desconocidos para el lector medio chileno. Incluso para los más dedicados, esta empresa de Mario Verdugo trasciende el interés literario y se interna en otros parajes, como el sociológico. En cada autor, cuidadosamente investigado, reconocemos su profunda humanidad, por la fragilidad y los sueños fallidos, pero también por la porfía, esa rara confianza en sus escritos que a veces solo tuvieron ellos mismos. Un fuego que se alimentaba con pasión individual. Es cierto que algunos lucen medallas institucionales, premios, distinciones locales, vitrinas desde las cuales se mostraron sus libros, pero ninguno se escapa de una especie de traba o manea que impidió el despliegue de su proyecto literario hacia otros ámbitos más allá de los límites locales, ese enriquecedor y necesario diálogo con otros mundos. Tal vez no hallaron un lector cómplice que les ayudara a dilucidar el sentido de su literatura.

Si la palabra construye mundos, si nombra y muchas veces da una visión que recrea / crea una forma de habitar; entonces, ¿qué papel juegan estos escritores que alzaron su voz desde la provincia profunda, pero no lograron sintonizar con  posibles lectores críticos?¿Qué hizo persistir a tantos autores en un ambiente que no favoreció el florecimiento de las obras? ¿cómo lograron sostener una voz  sin salir de los cercos provincianos?. Conocerlos y leerlos permite un movimiento que vuelve a la pregunta sobre qué entendemos por centro y margen por qué algunas escrituras quedan en el camino, a la vera. En algunas es evidente su balbuceo, dificultad para dialogar con otras.

¿Desde qué lugar lee Mario Verdugo? No es condescendiente, no es paternalista. Se enfrenta a los personajes y sus obras con un cierto humor negro pero los lee atento a su tiempo y al nuestro. Se dedica a rebuscar en nuestra rica historia literaria, rastre a las biografías en tanto puedan arrojar luz a la creación literaria.  Hay ilusiones, fracasos, ternura en estos retratos de escritores que convendría volver a mirar con detención, y a tantos otros que han sido sepultados como en Nada de Pezoa Véliz “tras la paletada, nadie dijo nada”. A eso nos invita este libro editado por Overol; tal vez en este afán descubriríamos las bases del edificio tan mentado de la literatura chilena.

Uno de los capítulos, el vigésimo para ser más precisa, lo dedica al chilote (nacido en Castro) Manuel Andrade Leiva, quién, con el seudónimo de Mandra del escribió numerosos cuentos. Destacamos un fragmento de su retrato para calibrar la mano del autor.

Arresten al santiaguino

Mario Verdugo.

EdicionesOverol, 2018.

Mario Verdugo (Talca, 1975). Ha publicado los libros de poesía La novela terrígena (2011), Apología de la droga (2012; segnda edición, 2014), Canciones gringas (2013; segunda edición, 2016), Miss Poesías (2014), Las parejas hétero del siglo veinte (2017) y robert smithson & robert smith, también de 2017 y en esta editorial. Además es autor de la plaquette Absolutamente moderno (2017) y la antología Música esdrújula. Grandes éxitos de Pedro Antonio González (2015).

Mandradel (1896-1963)

(fragmento)

Tanto en la Isla Grande como en las vastedades magallánicas, Mandra del repudió los embustes del MOP, la debacle de las escuelas de campo, la especulación con el precio de la papa y los dobleces de la mirada metropolitana, aquella que antaño reificaba el latifundio y que luego gemiría cuando un mall le arruinaba las fotos. Quienes preservarían  la obra de este “humilde emborronador de cuartillas” – Osvaldo Wegmann y Carlos Vega entre ellos -, deberían lamentar además, el extravío de numerosos manuscritos anticentralistas, uno de los cuales se ocupaba de la demencia erótica que hacía presa de los ovejeros victimizados por la soledad, por el hastío y, probablemente, por la muy injusta escasez de prostitutas

El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz

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