Óscar Barrientos Bradasic, narrador y poeta
Textos de Carlos Trujillo.
Describe brevemente lo que es y ha sido tu trabajo como escritor.
Durante los últimos años me he dedicado afanosamente a la narrativa, principalmente en el campo del cuento y la novela. Me parecen formas fascinantes de expresión que me han permitido redescubrir mi entorno y traducir realidades e irrealidades, ya que me interesa ese punto donde lo real deja de ser obvio y se entrecruza con la ficción más pura y delirante. Creo que la literatura magallánica ha ido estableciendo una presencia a través del tiempo, pienso en otros autores como Pavel Oyarzún o Christian Formoso. Todos hemos ido aportando desde nuestras particulares miradas a la configuración de un imaginario en la Patagonia. El año 2018 apareció un conjunto de cuentos titulado Paganas Patagonias (Lom) y un volumen con mis cuatro novelas basadas en la ciudad ficticia de Puerto Peregrino titulado Saratoga (Emecé). Trato de ser feliz con el oficio que escogí y sería inmensamente injusto si me quejara. Gracias a la literatura he podido comunicar mis mundos y opiniones, viajar por muchas partes, descubrir una dimensión diferente del lenguaje y conocer a mis mejores amigos.
Cuenta cómo te iniciaste en la escritura. ¿Cuándo y cómo empezó a gustarte?
Desde muy niño fui un ávido lector y tuve la suerte de encontrarme con un medio familiar que me estimuló y por cierto, con algunos profesores que fueron clave. Posteriormente me fui a estudiar a Valdivia y la pasión por la literatura se fue ensanchando. Desde entonces, me he batido con mi escritura, ese hermoso equipaje que siempre me acompaña. He tenido desde siempre una predilección por las novela de aventuras, en especial aquellas que involucran al océano que me parece un epicentro fantástico en la peripecia narrativa. Y por cierto, fue tremendamente revelador, principalmente en mi adolescencia, la aparición de algunos poetas a los cuales leo todavía con inmensa devoción como Pablo de Rokha, Enrique Lihn y Gabriela Mistral. De hecho, hace no tanto realicé una investigación sobre cierta correspondencia que dejó la Mistral cuando estuvo en Magallanes y la fuerza arrolladora de esa mujer, su mirada de los territorios alejados del centro y por cierto, su valentía, me parecen tremendamente luminosas.
¿De qué manera ha afectado tu vida normal y tu trabajo creativo la pandemia?
Por un lado ha sido angustioso para todos el fenómeno del confinamiento. Como se sabe Punta Arenas es una ciudad muy afectada por esta pandemia que ha desnudado una vez más el país profundamente desigual que somos. Naturalmente también ha sido un momento de cierta introspección desde lo creativo, pero me cuesta creer en una literatura que soslaye todo lo que estamos viviendo y lo oculte debajo de la alfombra. No creo que el ombligismo tenga un rol en este contexto. Creo que las distopías o ucronías que pensábamos que pertenecían al mundo de la literatura de ciencia ficción, se hizo presente en cuerpo y alma. También la presencia de la muerte, con la que convivimos desde que nacemos, pero que esta vez la vemos como un vigilante que merodea por nuestras calles.
Describe cómo son tus días en este tiempo de coronavirus. ¿Escribes, no escribes? ¿Lees, qué lees, a qué hora?
La verdades que tengo mucho trabajo en la universidad. Pero leo mucho, reviso textos antiguos, bosquejo ideas en un sencillo cuaderno de notas y estoy con varios proyectos. Creo que la dispersión es una de mis mayores enemigos y al igual que en la práctica del judo trato que su potencialidad trabaje a mi favor. También estamos proyectando una posible actividad con el Colectivo Pueblos Abandonados. De igual manera, no han faltado invitaciones a lecturas, talleres literarios y conferencias. Todo en formato online. Más allá de todo, creo que debemos hacer cosas para evitar la inercia espiritual, esa tendencia innegable que de repente tenemos a oxidarnos. La escritura proporciona, creo yo, ese aliento vital.
¿Crees que cambiará algo el ambiente y el desarrollo de la actividad literaria en el sur cuando volvamos a la normalidad? ¿De qué manera?
Van a cambiar las relaciones humanas. Inevitablemente este periodo de pandemia ha sido muy traumático, no vernos, no abrazarnos. No obstante, se trata de un momento particular donde igual proyectamos el diseño del país que queremos construir y que el estallido social en cierta medida anunció. Esa normalidad significará necesariamente valorar más la presencia del otro y también no restarse en la construcción de una patria más justa e igualitaria. Me anima saber que la constitución de Pinochet pronto caducará. Quizás ese sea el verdadero epitafio de la transición.
¿Qué lecturas/autores has retomado? ¿Qué aconsejarías leer en estos días?
He leído con gran interés una biografía literaria titulada María Luisa Bombal, El teatro de los muertos (Ediciones UDP) de Diego Zúñiga, Señales que precederán al fin del mundo (Periférica) de Yuri Herrera, Alguien camina sobre tu tumba (Montacerdos) de Mariana Enríquez, El velero anclado (Lom) de Francisco Coloane, El salón rojo de August Strindberg (Acantilado) y Medio siglo con Borges (Alfaguara) de Mario Vargas Llosa. Como verás, es un menú muy diverso, pero todas han sido lecturas reveladoras y dinámicas.
El Arte en Tiempo de Pandemia: Dr. Carlos Trujillo