ARTE EN PANDEMIAFOGÓN CULTURAL

Pavel Oyarzún, novelista y poeta

Textos de Carlos Trujillo.

Describe brevemente lo que es y ha sido tu trabajo como poeta y narrador.

Comencé escribiendo poesía, para luego derivar en la novela. Aquel tránsito no tuvo una connotación de exploración a ciegas o de aventura, ni mucho menos, puesto que mi escritura poética no era lo que podríamos llamar «lírica». Más bien era una poesía bastante narrativa, y su temática, vinculada, en buena parte, a episodios de la historia de Patagonia y Tierra del Fuego. De modo que lo considero un traslado natural. En la novela, también mantuve aquel vínculo temático. Creo que para ejemplificar aquello,  basta con decir que mi primer libro de poemas, publicado en 1989, se titula La Cacería, cuyo tema es el genocidio indígena en la Patagonia, en especial el que sufriera el pueblo selknnam, antiguo habitante de Tierra del Fuego, a partir de las tres últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, y que mi primera novela, El Paso del Diablo, publicada en 2004, está basada en los últimos días de la huelga de los trabajadores de las estancias ganaderas, de la provincia de Santa Cruz, Patagonia argentina, en diciembre de 1921.

Cuenta cómo te iniciaste en la escritura. ¿Cuándo y cómo empezó a gustarte?

Ingresé a la literatura, por la puerta de costumbre; vale decir, la lectura, digamos que a temprana edad. Pero asumo el compromiso de escribir, de ser poeta, en la adolescencia, en la Enseñanza Media. Tuve la fortuna – porque es una fortuna – de tener como profesor de castellano, en el liceo Luis Alberto Barrera, de Punta Arenas, a Fulvio Molteni Torres. En sus clases, experimenté la certeza, porque él así lo transmitía, de estar ante un producto importante de la imaginación, esencial en todos sus formatos, como es el producto literario. De forma paralela a las lecturas incluidas en el programa, hablo de 1978, Fulvio me recomendó leer no sólo a Neruda y Mistral, a quienes ya conocía, sino también a Vicente Huidobro, Nicanor Parra. También una novela, publicada una década antes: Cien años de soledad. Esto, por citar algunos hitos de lecturas, en mi caso, fundamentales. Bueno, es el momento en el que dije: quiero ser poeta. De ahí, en más, dediqué los siguientes veinte o veinticinco años a escribir poesía. Y aunque no fui muy prolífico, sí empeñé toda mi voluntad en ello. Escribí y publiqué cuatro libros de poemas, más una antología de nuevos poetas magallánicos (Antología Insurgente, junto al poeta y escritor, Juan Magal, 1988). En 2003, decido escribir una primera novela, en esta mudanza de género «natural» a la que me refiero, más arriba. De aquello surgió El paso del diablo, y luego cuatro novelas más: San Román de la Llanura (2006), Barragán (2009), Krumiro (2016) y Será el paraíso (2019).

¿De qué manera ha afectado tu vida normal y tu trabajo creativo la pandemia?

Creo que toda esta situación de pandemia, con cuarentena incluida, nos ha afectado de una manera que quizás aún no podemos sopesar a cabalidad. Quiero decir que los cambios conductuales y de hábitos tienen una profundidad todavía no ponderada, en cada uno de nosotros. Por lo menos, no completamente. En lo personal, acostumbrarme a realizar mis clases, bajo este modo online, como es llamado. Eso, de partida, sobre todo en un comienzo, tiene un rango de extrañeza, y luego de adaptación. Yo hago cursos de literatura, en la Universidad de Magallanes. También un taller literario. Bueno, todo esto de llevar una clase, a través de la pantalla,entraña cambios. Es una acto comunicativo, a través de una realidad virtual. Lo mío era, por esencia y gusto, las clases presenciales; aun cuando, debo decir que creo haberme adaptado bastante bien a esta nueva modalidad y disfrutar de las clases impartidas. Sólo espero que los y las estudiantes también hayan disfrutado de las sesiones virtuales. Creo que sí. En cuanto a los días de encierro, estos han aumentado mis lecturas. He leído, y leo mucho durante este tiempo. De igual modo, me he aplicado en varias relecturas. He vuelto a entrarle a novelas y libros de poesía que leí hace veinte o treinta años. Sería largo referir los efectos de aquellas relecturas, pero puedo decir que es un proceso tan evocador como sorprendente. Y absolutamente, recomendable.

Describe cómo son tus días en este tiempo de coronavirus. ¿Escribes, no escribes? ¿Lees, qué lees, a qué hora?

Como he dicho, leo mucho. Sobre todo, de mañana. Muy temprano. Luego, vuelvo a la lectura, en la tarde, o tarde-noche. Leo dos o tres libros, de forma simultánea. Todos sabemos que un buen lector o lectora puede soportar una celda, por decirlo así. Entre un tiempo y otro de lectura diaria, preparo las clases y sesiones del taller. También veo hartos documentales y conferencias o entrevistas disponibles, en una cantidad abrumadora, en Internet. Y además, atento a las noticias políticas, sociales, deportivas, de la llamada industria del espectáculo. En fin, soy omnívoro. En cuanto a la escritura, estoy en la etapa, siempre incierta y tentativa, de escribir una próxima novela. Estoy en aquello de definir el o los temas, los espacios, el rango temporal. En ocasiones, me asalta la impaciencia por lanzarme a las aguas, como se dice, pero la aplaco leyendo. O viendo películas. Pero, a propósito de escritura, debo hacer un alcance: he vuelto a escribir poesía, después de 17 años, de retiro voluntario. O casi voluntario. Aunque los resultados no sabría evaluarlos aún. Estoy en la completa incertidumbre, tal como cuando escribí mis primeros poemas, hace un millón de años.

¿Crees que cambiará algo el ambiente y el desarrollo de la actividad literaria en el sur cuando volvamos a la normalidad? ¿De qué manera?

Que esta emergencia traerá cambios de hábitos y relaciones, hay que darlo por hecho. Ahora bien, de qué tipo y alcance serán aquellos cambios, insisto, es muy difícil de predecir, puesto que todavía estamos muy próximos al fenómeno. Serán, sin duda, cambios multifacéticos. Y en atención a circunstancias locales y globales.  Sin embargo, haciendo una rápida revisión de la historia, la humanidad, hasta ahora, se las ha ingeniado para continuar con su existencia. La actividad humana es constante. Esto, a pesar de pobrezas, conflictos aparentemente terminales, pandemias, estropicios de toda índole. Continúa esta actividad caótica y altruista, destructiva y creativa. En fin, aquella contradicción perenne, que caracteriza al género humano. Y en nuestros ámbitos locales, por ende, enfrentaremos una normalidad, de nuevo tipo. En algunos ámbitos, será positiva; y en otros, ya sabemos, trataremos de adaptarnos a ella. Continuaremos, con nuestra vida a cuestas. Eso creo. O quiero creer.

¿Qué lecturas/autores has retomado y qué aconsejarías leer en estos días?

Para este tiempo de pandemia – y para un tiempo de cualquier otro signo – recomiendo la literatura, en sus fases primordiales: lectura, relectura y, de ser posible, escritura. En lo personal, en cuanto a obras releídas, durante estos meses, puedo citar: Cumbres borrascosas,de Emily Brontê; Madame Bovary, de Flaubert; Las uvas de la ira, de John Steinbeck; Pregúntale al polvo, de John Fante, Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, El legado de Humboldt, de Saul Below, La Iliada, de Homero, Poesía completa de César Vallejo, El guardián entre el centeno, de Salinger; Tala, de Gabriela Mistral; Los adioses, de Onetti; La balada del café triste, de Carson McCullers… (continuará)

El Arte en Tiempo de Pandemia: Dr. Carlos Trujillo

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