Crítica literaria: Papelucho gay en la memoria
Textos de Rosabetty Muñoz.
Por Gonzalo Schwenke. Crítico literario, Valdivia, 2020.
Entre otras aristas que ha permitido el cambio de siglo es la visibilización dela literatura escrita por personas que abordan la temática de disidencia sexual,de los que emergen d’Halmar, Marchant Lazcano, Lemebel, Francisco Casas, Sutherland y Simonetti. Enseguida, Diego Ramírez, Francisco García Mendoza y Fuguet. Además, Camila Gutiérrez, Virginia Gutiérrez y Romina Reyes, entre muchos/as otros/as.
Anteriormente, Juan Pablo Sutherland (Santiago, 1967) lanzó Ángeles negros (1994), que trajo una insulsa polémica desde los sectores conservadores debido a la utilización de los fondos de cultura y la literatura. Después publicó Santo Roto (1999) y desde aquella época reaparece con Papelucho gay en dictadura(2019). Novela de autoficción que aborda las vivencias de un niño que crece en la zona poniente de Santiago durante la década del ochenta.
En este viaje de la memoria,el padre oficiaba de bibliotecario en la Escuela de Economía de la Universidad de Chile, lo que le permitió adquirir un pequeño departamento en calle República y la madre era modista. Esta oportunidad fue prescindida tras el Golpe de Estado y promovería la separación de los padres. Así, los hijos llegan a vivir de manera hacinada a Pudahuel oeste (barrancas), junto al padrastro que oficia de carpintero.
Esta narrativa de transiciones se despliega en la capital militarizada distanciándose de lo que conocemos del Papelucho de Marcela Paz. Es decir, se aleja del sujeto cándido bajo la protección familiar, para confrontarse de la realidad concreta donde aparece la abuela y la madre como personajes con relieves mientras que la figurapaterna suelen ser incidentales. Luego, carece de fantasía y mayor movilización: “Yo no soy su hijo político, soy un elefante melancólico y con rabia, un Papelucho en dictadura” (34). Esa misma condición de precarización, cuerpos delimitados y castigados que todavía se hace patente por las calles del gran Santiago.
El protagonista es parte de un consumo cultural que forja verosimilitud y además, un cotidiano tangible como estudiar en el liceo Darío Salas, fumar cigarrillos Liberty, escucharlas radios Cooperativa, Portales, Galaxia y Umbral, observar cómo la familia realiza el vía crucis para votar durante el Plebiscito de Pinochet, unirse a las filas de las Juventudes del Partido Comunista, descubrir los espacios sexuales en común con los compañeros donde cumplen el rito abordar a mujeres, asistir a incontables visionados de Grease y Jesucristo Superestrella al cine ubicado en la galería Alessandri de Estación Central, hoy la mítica discoteca Blondie.
La voz no se queda en las nostalgias y añoranzas del proceso adolescente, sino que toma el ambiente grisáceo y el futuro opaco que caracteriza a las narrativas de aquellos años. A pesar de no ser feliz, es parte de un refugio del largo camino. Un lugar hacinado donde están las abuelas, los tíos, los hermanos en un lugar precarizado donde el protagonista prueba las ropas de mujeres y frente aquello: “Mi mamá no era ni una bruja, ni una santa, era mi mamá, de ojos grandes y mirada apacible. Nunca se atrevió a preguntar nada” (88). De modo, que la figura materna se eleva como una suerte de silenciamiento y comprensión frente a lo que experimenta el hijo en comparación de otras amistades que la han tenido difícil.
Los constantes paratextos que funcionan para dar contexto de producción son tan relevantes como el volumen mismo. Allí aparecen connotados nombres, talleres, y vínculos con la militancia de izquierda revolucionaria que, sin duda, son más aporte que una figuración porque se mueven en un rescate político.
Finalmente, en Papelucho gay en dictadura es un proceso literario donde las periferias se constituyen en centro. En esta formación de una identidad de adolescente en la década del ochenta, reclama el derecho a existir en estas zonas salvajes, muchas veces monstruosas, y que las manifestaciones de las disidencias son complejas revelaciones en el cotidiano.
Papelucho gay en dictadura.
Juan Pablo Sutherland.
Alquimia ediciones, 2019, 134 páginas.
El Guardián del Mito: Rosabetty Muñoz