ARTE EN PANDEMIAFOGÓN CULTURAL

Jaime Barría Casanova – Banda Bordemar

Textos de Carlos Trujillo.

Describe brevemente lo que es y lo que ha sido tu trabajo en la música.

Desde muy niño, la forma natural de expresión de mi emocionalidad y cuestionamiento intelectual de la vida fue a través de la música y, en especial, del piano. En el plano público lo que más valoro es la creación de la Banda Bordemar con la cual pudimos sumarnos y reforzar aquella inolvidable odisea que fue volver a hacer presente la riqueza cultural del archipiélago de Chiloé, siendo parte de ese movimiento de recuperación de la dignidad chilota o como llamábamos el “Orgullo Chilote” en la década de los 80 y que nos movió a todos, como el Taller de Poesía Aumen, el Taller de Arquitectura Puertazul de Edward Rojas en Castro, la artesanía textil de Nelly Alarcón y otros.

Cuenta cómo te iniciaste en la música y, particularmente, en la composición. ¿Cuándo y cómo empezó a gustarte?

Recuerdo la gran influencia musical de mi madre, la escuchaba todos los días tocar el piano, obras de Beethoven, Schumann entre otras, y, los días domingo, mi padre siempre escuchaba los vinilos de ópera y cantantes líricos de la época como Mario Lanza, María Callas y Ramón Vinay.  Mi hermano mayor también tocaba y asistía a clases regulares de piano. Junto a sus amigos frecuentaban nuestra casa para interpretar obras clásicas. Recuerdo a su amigo Renato Cárdenas que era fanático de Bach y que acompañaba en piano al Coro de Ancud, en especial cuando se estreno el Magnificat. Yo, en cambio, me dedicaba a improvisar y no duré más de dos clases de piano en la Academia de Música. Pero siempre componiendo melodías en piano. En el colegio no me distinguía para nada en Educación Musical.

Por otro lado, mi abuelo paterno y mis tíos que vivían en el campo eran los músicos que participaban en la procesión de la fiesta religiosa de la Merced que se sigue realizando aún hoy en la localidad de Huelmo, cercana a Calbuco. A veces, yo también participaba en la ceremonia tocando los pasacalles en acordeón.

Como mi hermano estudiaba ingeniería acústica en Valdivia, yo fui a estudiar Pedagogía en Educación Musical, ya que la carrera tenía algunos ramos similares. Allí tuve la posibilidad de desarrollar mi inquietud musical, pero no en la rigidez del currículum de la universidad. Así participé en dos arreglos musicales con el Dúo Schwenke y Nilo, escribí la música para un corto de cine, obras electroacústicas, y participé en la creación de canciones para una compañía de títeres. Creo que esa fue una gran experiencia de exigencia y rigurosidad musical. Allí, en una de las obras de títeres sobre mitología chilota, nació el tema “El Camahueto”. Desde ese momento, en el año 1981, hasta ahora, no he parado de componer, para lo cual realicé numerosos cursos de etnomusicología, estética, contrapunto y armonía, en diferentes instituciones superiores.

¿De qué manera ha afectado la pandemia tu vida normal y tu trabajo con la música?

Como para toda actividad productiva y laboral no estratégica, la pandemia ha golpeado fuerte a los músicos, al verse cancelados los circuitos tradicionales de difusión de las obras musicales.

En la vida cotidiana la pandemia del Covid 19 no interrumpe mi rutina de trabajo de composición, porque la creación musical es un lenguaje que me es propio en términos de producción artística. Pero crea condiciones de reflexión y de introspección que permiten vivenciar la fragilidad y, a la vez, nuestra fortaleza en momentos de gran incertidumbre.

Describe cómo son tus días en este tiempo de coronavirus. ¿Tocas, compones, ensayas? ¿Te comunicas con los otros y otras integrantes de Bordemar?

Todos los días sigo tocando piano e improvisando. Hago arreglos musicales y grabo sin buscar algo en especial. Con el tiempo voy retomando esas melodías y ellas son las que guían la creación final y la expresan. También uso mucho las redes sociales y los programas de radio. Los temas nuevos que voy componiendo los presento en esas redes y veo cuál es su aceptación.

Con los integrantes de la banda mantenemos nuestra relación de amistad de toda la vida y nos vamos adaptando a los nuevos formatos para difundir nuestro trabajo musical.

Lo que más me motiva en estos días, y me desafía a desarrollar nuevas facetas de la creación musical, es el trabajo en los arreglos musicales para orquestas sinfónicas y quintetos de cuerdas que distintas orquestas profesionales, juveniles e infantiles están interpretando. Por otro lado, contar con la presencia de jóvenes músicos profesionales especializados en arreglos de obras musicales y el uso de las nuevas tecnologías musicales ha abierto en nuestra zona la ventana que estimula y viabiliza la creación musical local. Menciono con mucho cariño a los músicos de la nueva generación, Tomás Parra, Lucas Sepúlveda, Lino Iturra y Patricio Velásquez, con quienes seguimos trabajando.

¿Crees que cambiará algo el ambiente y el desarrollo de la actividad musical en Chiloé y el sur de Chile cuando volvamos a la normalidad? ¿De qué manera?

Para ponerlo en contexto, podemos recordar que la música ha estado por siglos presente en nuestro territorio y que desde épocas pasadas tenemos testimonio de pandemias que han afectado a nuestra comunidad. Como nos cuenta en su libro Ramón Yánez, las más recordadas son la Gripe, el Tracoma, la Viruela, por recordar algunas. Lo que resulta significativo es la relevancia de la música en épocas de desgracias en las cuales se recuperan cantos y rogativas de generaciones anteriores y surgen nuevos.

Se puede decir que de alguna manera la música es vivenciada como el lenguaje más flexible para nombrar lo desconocido, lo que confunde y causa dolor; por ahora estamos en silencio.

El Arte en Tiempo de Pandemia: Dr. Carlos Trujillo

Leer la noticia completa

Sigue leyendo El Insular

Botón volver arriba
error: Contenido protegido